Amenazando y amenazado
No es éste un artículo en contra de la conservación del lince. La diversidad biológica se debe preservar en igual medida que la diversidad humana. No puede ser la una sin la otra.
En la provincia de Huelva se están dando a la vez dos situaciones extremas: de una parte, miles de inmigrantes alojados en chabolas, sin encontrar trabajo en la temporada de la fresa; de otra, el lince ibérico en inminente peligro de extinción.
La respuesta de las Administraciones Públicas ante ambas situaciones es, definitivamente, muy distinta. Mientras en el caso de los inmigrantes predominan las acusaciones de unas administraciones a otras, las medidas adoptadas son nulas o escasas y las palabras dominan a los hechos. En la lucha por la salvación del lince en cambio las iniciativas son urgentes, generosas y patrocinadas por todas las administraciones competentes. ¿Por qué se producen estas diferencias?
Por lo visto, los inmigrantes son una amenaza para nuestro Estado de Bienestar
El lince es patrimonio nacional, uno de nuestros signos distintivos, el animal más emblemático de nuestra fauna. Una especie amenazada que se debe preservar a toda costa.
Los inmigrantes no son una 'especie' amenazada. Todo lo contrario, constantemente nos recuerdan que estamos sufriendo una 'avalancha' o una 'invasión'. Por lo visto, los inmigrantes son una amenaza para la integridad de nuestro Estado de Bienestar. La catástrofe humanitaria de Huelva tiene culpables y cómplices.
En primer lugar está la Administración Central que, en su loable empeño por ordenar los flujos migratorios y acabar con la inmigración irregular, ha provocado una situación de enorme deterioro social, mucho más grave que en años anteriores. Las medidas adoptadas, en ésta y en otras ocasiones, tropiezan con la tozuda realidad. Miles de inmigrantes marroquíes llegan año tras año a la campaña fresera de Huelva. ¿Este año no iban a venir porque nuestro Gobierno haya decidido contratar en Polonia?
La desesperación de la pobreza es bastante menos ordenada que las pretendidas intenciones de recibir sólo cuando y cuantos reclame el 'dios' mercado.
Por su parte, la Administración Autonómica ha decidido dejar en manos de las organizaciones sociales el trabajo sobre el terreno, optando por la solidaridad privada antes que por la solidaridad pública. Su implicación se limita a las buenas palabras y a la subvención económica.
Los ayuntamientos hacen lo que pueden, muy limitados en recursos y competencias, marcados por la personalidad de sus alcaldes y por unas elecciones municipales a poco más de un año. El reclamo electoral obliga a no adoptar medidas impopulares en estos tiempos.
Las dos situaciones contrastadas nos deben cuestionar nuestro esquema de prioridades. ¿Por qué tanta miseria en un país supuestamente desarrollado? ¿Por qué 400 linces sí y 5.000 seres humanos no?
La democracia actual está enferma. La democracia defiende la pluralidad de ideas, las diferencias entre las personas. La llegada de los inmigrantes nos desafía a ser capaces de convivir en la diferencia humana y cultural. ¿Sólo queremos a aquellos inmigrantes que se parezcan a nosotros y que puedan terminar siendo como nosotros? Esto es más propio de un régimen totalitario que de una democracia vigorosa.
Debemos dar solución inmediata a la catástrofe humanitaria de Huelva y evitar que se repita en el futuro, aunque sea por puro egoísmo.
El capital huye de las zonas conflictivas y de las tensiones sociales. Las soluciones para la inmigración deben venir de todas las administraciones y de todos los agentes implicados. Las soluciones para el lince también.
Francisco Ramos Cabaleiro es secretario general de Andalucía Acoge.
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