El Tau vapulea al Barça

El Barça perdió en Vitoria algo más que un partido: perdió crédito, perdió confianza y perdió estabilidad. La culpa la tuvo el Tau, que no sólo fue capaz de anotarle 96 puntos (a tres del máximo encajado por el líder en la temporada), sino de hacerle 64 de ellos en la zona, llegando al punto de ridiculizar a los pívots azulgranas y desquiciar a Aíto García Reneses, que lo probó todo para frenar la sangría de canastas bajo el aro.

El Tau era el vivo ejemplo de su entrenador, Dusko Ivanovic, que había estudiado todas las posibilidades que ofrecía el Barça para explorar su zona. Con Dueñas en el quinteto, supo adoctrinar a Tomasevic para buscar las cosquillas al gigantón a base de velocidad en los movimientos. Tomasevic fue una masacre continua para el Barça, que fue rotando su banquillo con idénticos resultados. Con el rebote ofensivo y defensivo permanentemente en las manos del Tau (ahora, Tomasevic, ahora Oberto,...), sin una pérdida de balón y explotando la misma jugada (bloqueo ciego y pívot bajo el aro), una vez tras otra, el partido se murió casi en el descanso. El Tau sólo otorgó los tiros libres al contrario (sus números fueron paupérrimos) y los triples (casi no los necesitaba) para evitar que el partido se muriera antes de tiempo.

El Barça, al menos, gracias a los triples de Okulaia, alcanzó el descanso con una distancia desfavorable (9 puntos) que le hacía concebir esperanzas de volver a un partido que nunca estuvo en su cabeza ni en sus manos.

Pero el Tau no es de los equipos que especulan con el partido. Ivanovic no permite licencias y fue moviendo el banquillo, manejando opciones, a sabiendas de que no era el día de Bennett, falto de ritmo tras su lesión. Daba igual, contaba con el oficio de Corchiani y el descaro de Sergi Vidal para seguir controlando el partido, para jugar de memoria, con la seguridad de que habitualmente un jugador del Tau encontraba una sala de estar bajo el tablero.

Nunca el Barça había parecido tan ingenuo ante una jugada que el equipo vitoriano repitió hasta la saciedad. Aíto empezó a pensar en el futuro y prescindió de sus desafortunados pívots. El Tau, a cambio, decidió disfrutar de su hegemonía, hurgando en la herida, encendiendo la bombilla de un Barça ausente del partido.