Apedreados tres autocares y varios coches de hinchas bilbaínos
Parte de la hinchada del Madrid transformó ayer su apatía en agresividad. Una actitud que se tradujo en el apedreamiento de tres autobuses de seguidores del Athletic cerca de hora y media antes del comienzo del partido, cuando los vehículos se acercaban a las puertas del estadio. Lo mismo les ocurrió a varios particulares cuyos coches llevaban matrículas de Bilbao. La animosidad mostrada en la entrada de los vehículos a la capital, se mantuvo, esta vez en forma de griterío, a la entrada de los jugadores del equipo bilbaíno al césped del Bernabéu. '¡Fuera, fuera!', bramó, sobre todo, el fondo sur de Chamartín cuando los futbolistas vascos salieron a entrenar unos minutos antes del comienzo del choque. '¡Fuera, fuera, vascos no!', volvió a tronar cuando los jugadores se regresaron al vestuario. La pitada final, la traca, después de un prólogo consistente en el cántico '¡Qué viva España!', ensordeció cualquier sonido en todo el estadio y fue, sin duda, la más prolongada de la temporada, cuando el Athletic saltó al campo, ya para comenzar a jugar.
En previsión de incidentes, el Bernabéu estuvo custodiado por cerca de 500 efectivos de los cuerpos de seguridad, además de unos 200 vigilantes privados del club. Una cifra habitual en los partidos de alto riesgo. Los cerca de 4.000 hinchas del Athletic que asistieron al partido se ubicaron de forma dispersa por la grada, principalmente en el fondo más lejanos a los de los seguidores fanáticos del Madrid. Y consiguieron que su presencia se notase. En ocasiones los gritos de ánimo de los bilbaínos consiguieron acallar a los de los madridistas.
Una aspereza, la de una parte del público, que, sin embargo, no se contagió al terreno de juego. En el césped la intensidad no se transformó en violencia. Tanto es así, que apenas se cometieron faltas a lo largo de todo el primer periodo, aunque el francés Zidane viera una tarjeta amarilla por atropellar en su carrera a Tiko. Y Raúl otra por idéntico motivo ante Felipe. Una cartulina, la de Raúl, que volvió a provocar el consabido: '¡Fuera, fuera!' de un público, ayer, con mucha propensión a los gritos.
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