El viticultor ilustrado

Al frente de esta bodega se halla el hombre de moda en el panorama del vino en Rioja. Sus vinos, escasos en producción, son los más deseados, tanto por los consumidores de a pie como por los grandes brokers del sector. A diferencia de otros productores, su fama no viene de sus dotes para moverse en todas las esferas del intrincado mercado del vino. Por contra, su elemento diferenciador nace en la tierra que cultiva con sus manos. Conoce todos los secretos de la tierra, del viñedo que cuida con mimo para lograr el mejor fruto y que en todas las estaciones del año parece un jardín.

Al final de todo el proceso, la gran verdad de sus vinos se encierra en la botella. Dejando a un lado todos los artificios sobre los caldos, Abel Mendoza se ocupa de lo realmente clave que es la uva porque aquellos que controlen el fruto desde su brote hasta la vendimia serán los elegidos para obtener la máxima calidad de los mostos. El resto, será cosa de predicadores que este gremio también hay.

Primero ha tenido que reconocerse la calidad de sus vinos fuera de nuestras fronteras para que luego la descubriésemos nosotros. Sus mostos tienen el sello de un paladar universal a la altura de los grandes, pero con el inmenso atractivo de su ajustado precio. De ser muy afortunados y toparnos con alguna de sus creaciones podremos disfrutar por una tercera parte de lo que piden otros grandes.

Su blanco malvasía fermentado en barrica es un canto a la uva blanca. Es un mosto floral y frutal con la complejidad que le aporta la madera. Estructura, cuerpo y tanicidad que le hace envolvente en el paladar. El Jarrarte crianza evoca los vinos del Medoc francés, donde el aporte del terroir rompe moldes y nos cautiva. Su estrella, Selección Personal, nos transporta a décadas pasadas, a los vinos de capa nacidos en terrenos pobres donde la vid es capaz de expresar toda su sabiduría.