El Madrid recupera el paso en Europa imponiendose a un flojo Budocnost

El Budocnost no tiene rebote. Un elemento del juego, sólo uno, pero que frecuentemente se vuelve decisivo. El equipo yugoslavo aguantó al Madrid mientras la puntería le acompañó. Ayuno de segundas oportunidades, dobló la rodilla cuando sus tiradores encogieron la muñeca. Y tampoco tardaron demasiado. Un periodo, diez minutos, se mantuvo el Budocnost en la estela del Real Madrid. Los blancos, enganchados al acierto de Tabak y Tarlac, a la audacia y buena disposición de Vukcevic, y, cómo no, a la fiabilidad de Herreros, abrieron en el segundo cuarto un hueco cercano a los veinte puntos que se limitaron a administrar hasta el final del choque.

El partido, precedido por un minuto de silencio en recuerdo del fallecido jugador bosnio Delibasic, se volvió un concurso de despropósitos en sus dos últimos cuartos. El conjunto yugoslavo perdió el balón con pases precipitados y el Madrid también desperdició de manera absurda varios ataques al perder el control de la pelota.

En ese pequeño caos amergió la figura de Lucio Angulo, un especialista en la pesca en ríos revueltos. El pequeño de los Angulo mantuvo la ventaja blanca gracias a su siempre acertada interpretación del contraataque. La intimidación de Tarlac en la pintura y el discurrir de los minutos aliándose el reloj con los blancos hicieron el resto.