Los chavales de 'Curumi' ofrecen una apuesta tolerante y antirracista

Sobre el escenario de la sala Valle Inclán de la Real Escuela de Arte Dramático sonarán hoy y mañana (avenida de Nazaret, 2, a las 19.00) más de una decena de idiomas. Los que hablan la docena de niños de ocho países, con otros cinco actores de 18 a 22 años y de otras cuatro naciones, que se harán entender y demostrarán que el mensaje de tolerancia y antirracismo del espectáculo Curumi es más que una arriesgada apuesta de la compañía francesa Image Aiguë. Todos proceden de países que han conocido la guerra.

Curumi quiere decir niño en el dialecto de una tribu brasileña. Y son niños de diferentes países y culturas -albaneses, macedonios, argelinos, malineses, cameruneses, camboyanos, franceses, palestinos...- los protagonistas, junto a actores profesionales, de este espectáculo, que llega a España por primera vez invitado por el Festival de Otoño. 'Ansiamos ver la reacción del público español ante nuestro trabajo', dijo ayer, en conferencia de prensa, Christiane Véricel, directora y fundadora de la compañía.

Desde su creación hace 18 años, Image Aiguë y Christiane Véricel han recorrido los escenarios de medio mundo con el único propósito de hacer 'un llamamiento a la integración de las diferentes culturas y pueblos', filosofía que impregna todos y cada uno de sus espectáculos. 'Curumi', apuntó Véricel, 'habla de las dificultades que tienen los seres humanos para cohabitar, para compartir un territorio con personas de otras culturas, razas o religiones, para vivir en comunidad'.

También hace alusión a las guerras y 'a cómo las gentes afrontan los problemas cotidianos en un contexto bélico'. Para ello, la compañía francesa ha recurrido a niños que provienen de zonas y países donde se viven o han vivido conflictos armados: Albania, Macedonia, Palestina, Argelia... 'Por eso, el nuestro es un espectáculo muy pegado a la realidad, muy próximo a experiencias vitales auténticas', destacó Véricel. 'Espero que Curumi muestre el viaje de esas condiciones extremas hacia el humor, porque lo que sí he observado es cómo surge la vida siempre por encima de todas las adversidades', agregó.

Ante la situación que vive actualmente el mundo después de los atentados contra EE UU del 11 de septiembre y la posterior reacción militar estadounidense, comentó que, a pesar del pesimismo porque parece estar más patente la desunión entre las personas, la esperanza está en 'salvaguardar la vida de los niños'.

En Curumi, como en otros espectáculos de la compañía francesa, cada niño que pisa el escenario habla en su lengua materna. Lo mismo hacen los actores profesionales. 'A pesar de lo cual', aseguró Véricel, 'el público entiende todo, porque se traducen al idioma del país en el que estamos una serie de palabras clave. Además, nuestro lenguaje es también muy corporal'. La selección de los niños se hace en sus propias escuelas: 'No es un casting al uso, sino una aventura, la de vivir juntos. Luego, ellos deciden si quieren seguir o volver a sus hogares; en ningún caso se les separa de sus familias, es un viaje de ida y vuelta porque nos preocupa enormemente que no se desvinculen de su entorno, de sus culturas', concluyó la directora.