Ajuste de cuentas
El delantero del Tenerife se venga del Villarreal, que le echó el año pasado
Si a esa especie de orgasmo del futbolista cuando marca un gol se agregan unos inmensos deseos de venganza contra el rival de turno, la explosión de júbilo es la que expresó el pasado domingo Bruno Marioni. El delantero argentino del Tenerife, de 26 años, corrió como un poseso, se descalzó una bota y simuló hablar por ella como si fuera un teléfono. Todo, en un ataque de alegría incontrolable tras sus dos goles a su ex equipo, el Villarreal.
Ésta es la rocambolesca historia de Bruno Marioni, que llegó al Villarreal el verano pasado ansioso por triunfar en España y con un pasaporte italiano que levantó muchas suspicacias. Resulta que, bautizado como Bruno Jiménez, se convirtió en Bruno Marioni por una enorme 'casualidad'. Contó que su finado padre, empleado de una empresa eléctrica, acudió hace seis años a arreglar un poste de luz en plena Pampa y allí conoció a un octogenario que resultó ser el abuelo italiano del jugador, el que le proporcionó en 1999 el apellido Marioni y el pasaporte comunitario.
En el Villarreal marcó tres goles en tres meses y se mostró como un extremo izquierdo rápido y embarullado que imitaba a su gran ídolo, Claudio Caniggia. En ese lapso sufrió la muerte de su padre y la de su supuesto abuelo, además de una expulsión de cuatro partidos por un codazo a Téllez. Pero fue titular casi siempre. Por eso sorprendió que el Villarreal, tras el rimbombante fichaje de Palermo, en diciembre, le arrinconase, le sacara de las convocatorias y quisiera deshacerse de él como fuera. Como sucede en estos casos, le trató como una mercancía.
El club castellonense intentó traspasarle al Racing de Avellaneda, pero él se negó tajantemente: de volver a Argentina, algo que no quería, lo haría cedido a su club de procedencia, el Independiente, principal rival del Racing. Pero fue un regreso fugaz: el Tenerife buscaba un delantero que le ayudara a ascender y se lo trajo como cedido con una opción de compra de 700 millones de ascender, como sucedió.
Ahora, nueve meses después, este fanático del fútbol, de la Play Station y de las películas de vídeo se sirvió su venganza en plato frío: dos goles al Villarreal, que llegó invicto a Tenerife. Procedente de la prestigiosa cantera del Newell's Old Boys, y después de dos gatillazos europeos -primero en el Sporting de Lisboa y después en el Villarreal-, Marioni parece dispuesto a triunfar en Europa a toda costa: aunque sea con un apellido nuevo.

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