Una ofensa
Como lector fiel de EL PAIS me he sentido humillado y ofendido por la lectura del artículo 'La intifada palestina y la estrategia israelí', publicado el domingo 5 de agosto.
Según su autor E. N. Luttwak, los expertos en seguridad de todo el mundo 'están fascinados' por el éxito de las fuerzas israelíes y por su reducido número de bajas en la lucha contra la sublevación palestina.
Se entiende que E. N. Luttwak se refiere exclusivamente a las bajas israelíes, sólo 135 entre soldados y civiles. ¿Al precio de cuántas vidas palestinas, víctimas del terror ciego y de los crímenes, que no ejecuciones, selectivas?
Por lo demás, añade E. N. Luttwak los daños son mínimos en las infraestructuras públicas y en las propiedades privadas. Deberá entenderse, también, que no entran en el cómputo las destrucciones causadas en tierras palestinas, ni tampoco las demoliciones de viviendas también palestinas.
Este discurso sobre la eficacia de las guerras llamadas de 'baja intensidad', algunos desvergonzados las califican de 'limpias', que únicamente causan bajas entre los enemigos, viene acompañado insistente y sospechosamente por otro mensaje repetido hasta la saciedad: los hombres de Arafat disparan sobre las cabezas de los niños que arrojan piedras.
El conjunto se cierra con un lamento significativo: ¡Qué pena que los Carabinieri, en Génova, no hubiesen contado con equipos tan sofisticados como los de las fuerzas israelíes!
Bien sé, señor director, que las opiniones comentadas sólo comprometen a su autor; pero es lamentable que EL PAIS humille y ofenda a sus lectores con artículos que alaban la eficacia y la limpieza del crimen por muy selectivo que sea.
Este discurso es el más apropiado para enfrentar al terrorismo suicida con el terrorismo de Estado, y el peor servicio que se puede prestar a los defensores de la paz, tanto israelíes como palestinos.
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