La 'experiencia engolada' y 'la esperanza'

El primer debate sobre el estado de la nación entre José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero deslizó junto a la contraposición de propuestas un cierto contraste de estilos. Aunque no tanto porque cada uno de ellos mostrase su perfil más acentuado sino por la caracterización que cada uno hizo del otro. El líder socialista reprochó a Aznar que una de las características de su estilo de gobernar esté siendo que 'riñe mucho y tolera poco'. Y puso como ejemplo que ha conseguido chocar con los obispos, enfadar a empresarios e incluso molestar a servicios de estudios de importantes entidades bancarias. Zapatero le exhortó a ser más respetuso y menos descalificador. E ironizó con que en varias ocasiones las propuestas socialistas caricaturizadas por el Gobierno como ocurrencias luego han ocurrido, porque el Ejecutivo las ha acabado asumiendo.

José María Aznar estuvo menos despectivo que con otros contendientes socialistas, pero no se privó de hacer daño, en lo que Zapatero calificó de 'pellizcos de monja'. El presidente le dijo que dado lo satisfecho que parece de su labor es muy probable que los ciudadanos se lo recompensen eligiéndole de nuevo para que dirija la oposición. Zapatero le replicó que 'frente a la experiencia engolada', él prefiere representar 'la esperanza'. Pero Aznar atajó ese dardo: 'Nos llama arrogantes; pero el PP no ha votado en solitario ni una sola ley, teniendo mayoría absoluta'.