Harto

Harto de pasar a diario para ir a mi trabajo por el asentamiento de Sintel, me pregunto: si tiene solución su problema, ¿por qué no se la dan ya?, y, si no la tiene, ¿acaso piensa perpetuarse hasta el día del juicio final? Lo que allí se ve y se huele es apestoso. Si cada vez que un colectivo, menos numeroso (poco a poco se les va sumando siempre alguien más, aunque no tenga nada que ver con el asunto), quiere protestar, ¿va a seguir el Gobierno consintiendo estas acampadas en plena Castellana? ¿Qué culpa tenemos los que vivimos o trabajamos en la zona de Cuzco de los problemas de todos? ¿Por qué no se consiente el asentamiento en las demás zonas de Madrid? ¿Por qué no empezar por los alrededores de las viviendas de los diputados y senadores, comenzando por los más progresistas, que casualmente suelen ser los más retrógrados? ¿Por qué no en los jardines de la mismísima Moncloa, para que puedan disfrutarlos los ilustres visitantes del señor Aznar? A mí y a cuantos vivimos o pasamos por esta zona nos molesta porque es una inmundicia, indigna de una capital como Madrid (y de cualquier otro lugar del mundo). Sepan los señores del Gobierno que no existe ningún código que nos obligue a soportar asentamientos así, que sólo existe el derecho a la huelga y a la manifestación, pero no a la acampada (las tiendas de campaña están hechas para el campo), y todo por pura y dura política porque, como lo consintieron los socialistas, los políticos que ahora gobiernan no se atreven a enfrentarse a ello.-