Suspendidas las clases en la facultad malagueña de Empresariales para fumigar una plaga de pulgas

Los alumnos de la Escuela de Empresariales de Málaga abandonaron ayer las clases por la presencia de pulgas en el aula de informática. Operarios que realizaban trabajos en dicho departamento se percataron de la existencia de los insectos y avisaron al director, Francisco Cantalejos, que desalojó las clases para realizar la fumigación, que tuvo lugar por la tarde.Desde hace dos años es habitual este problema en los barracones donde están situadas las aulas de Empresariales, con unos 2.500 matriculados. Estos aularios están en una zona sin cercar y es frecuente encontrar perros y gatos callejeros. Incluso en cursos anteriores hubo que actuar contra las ratas, según la dirección.

Los barracones, cercanos a una zona en la que se derribaron casas abandonadas, sirven como aularios provisionales desde hace 25 años. En primer lugar, fueron usados por la Facultad de Económicas, después por Psicología y actualmente por Empresariales, escuela que cuenta con un proyecto de nuevo centro una vez que se acometa la ampliación del Campus de Teatinos.

Por otra parte, el Ayuntamiento de Granada dio a conocer ayer que el Albaicín, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es el barrio de la ciudad con más ratas, aunque el número de roedores está por debajo del límite establecido como preocupante por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Mientras la media de infestación en la capital es del 3,40%, en el Albaicín alcanza el 3,97%. Este grado se mide por el número de trampas para combatir a las ratas en los que los animales dejan su huella; es decir, de todos los cebos instalados en la ciudad, los roedores han mordido este año el 3,40%. La OMS considera que la situación deja de ser saludable cuando sobrepasa el 5%.

El Consistorio granadino ha gastado este año 47 millones para combatir las plagas de ratas e insectos. Según las autoridades municipales, la población de ratas en Granada no es muy elevada, ya que sólo existe un roedor por cada 10 habitantes, cuando otras ciudades andaluzas soportan hasta 10 por persona.