La rémora de la pública

El Gobierno autonómico del PP se siente mortificado y ofendido cada vez que se le reprocha su pálida atención a la enseñanza pública. Es abrir la boca y llenártela de cifras y prodigios a modo de miles de millones invertidos y centros docentes construidos, con el inevitable recordatorio de cuán mal lo hicieron los socialistas, que mucho hablar del mapa escolar, pero que se lo dejaron en mantillas. Y es verdad, o puede serlo en buena parte, pero más cierto es que no convencen a las asociaciones de padres de alumnos, partidos de la oposición y sindicatos que estos días se han echado a la calle en Alicante y Valencia para clamar por la mejora del sistema educativo público por ser el único que garantiza la igualdad de oportunidades. El único, claro está, si se apuesta realmente por la igualdad que, por lógica, nunca podrán otorgar los centros privados concertados, elitistas por definición. Que subsistan y prosperen estos cuanto se quiera, pero en un marco donde la excelencia y el vigor sean la vitola de la escuela pública bien dotada e incluso privilegiada. Si bien esto presupone creer en ella, y el PP delata que la soporta como una rémora. Y se nota.