El Inem
Me acuso de ser un parado en esta España que va bien, en la provincia de Andalucía que, dicen, tiene menor tasa de desempleo. Soy culpable, además, de percibir una mísera prestación que parece ser la responsable de que sea tan difícil cuadrar los Presupuestos del Estado y cuyo pago remueve las entrañas al Gobierno. Soy culpable, en definitiva, junto a tantos otros parados y jubilados, de ser la rémora que lastra el glorioso devenir de este país.Por estos motivos, me tengo bien merecidas las vejaciones a que me somete el INEM (órdenes de Madrid, dice la directora). "Control intensivo" llaman al secuestro durante, al menos, 15 días laborables, tres semanas, de parte de mi libertad. 15 días firmando dos veces diarias para que nada escape a este gran hermano de 2000; ni la Justicia exige tanto (y podría ser peor, amenaza la directora). Mi único delito es recibir una prestación por desempleo que legítimamente me corresponde. Tres semanas muertas en mi vida para acabar con el fraude. Justos por pecadores; matar moscas a cañonazos... ¿Qué hay de la familia? ¿Quién la atiende mientras yo vegeto sentado en el INEM leyendo y releyendo el periódico y mi mujer trabaja? ¿Pagará el INEM este desplazamiento diario o a alguien que se ocupe de mi casa cuando yo no estoy? ¿Se ocupará el INEM de encontrarme un trabajo?
Por supuesto, no se te muestra ningún documento que regule esos controles intensivos (normas internas que no te puedo enseñar, dice la directora). "Puedes recurrir, pero no te va a servir de nada". Y es cierto, ¿qué vas a recurrir? ¿La arbitrariedad de esta situación, la desgana y prepotencia con que los funcionarios de la oficina tratan a los parados?
El INEM sólo entiende de obligaciones, pero, ¿a cambio de qué derechos? Ocho meses en el paro y no he recibido ni una sola oferta de empleo, ni un solo curso que podría servir para controlarme.- Norberto González de Requena Farré. Almería.
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