El ciclista francés negó durante 27 meses

Mientras el mundo, también el suyo, se derrumbaba a su alrededor, orgulloso, solitario y heroico, Virenque había soportado 27 meses encerrado en su verdad. "Yo no me he dopado a sabiendas". Careos, interrogatorios, mesas redondas, ante jueces y ante policías, ante evidencias sangrantes (como los famosos cuadernos de Willy Voet, en los que el masajista anotaba todos los productos que suministraba a los corredores), ante las confesiones de sus compañeros, de su director Roussel... todo lo soportó. Se mantuvo sin cantar el 23 de julio de 1998. 72 horas en la comisaría de Lyón junto a los otros ocho compañeros del Festina. Exámenes médicos, análisis e interrogatorios. Siete ciclistas confiesan (Zülle, Dufaux, Meier, Brochard, Rous, Stephens y Moreau) haber recurrido a productos prohibidos. Virenque y su fiel Hervé lo niegan. Lo sigue negando pese a que el 23 de septiembre, en un periódico francés, Willy Voet lo acusa públicamente por primera vez. Lo negó en redondo también el 15 de octubre del mismo 1998 en el duro careo a tres con su masajista, Voet, y con el médico, Erik Rijkaert, y ni siquiera la publicación, el 30 de noviembre del resultado (positivo) de los análisis de orina, sangre y capilares a que fue sometido en comisaría le hace cambiar.

Ya en 1999, el 26 de marzo, Richard Virenque es procesado por incitar al uso y por la administración a otros de productos dopantes. Virenque, que después de anunciar, en enero, una retirada del ciclismo que nunca se produjo corre en el equipo Polti, ni se inmuta. La antepenúltima negación la pronuncia ante el juez Patrick Keil, el instructor del sumario, a mediados de abril. La penúltima, el 10 de mayo, en otro careo mano a mano con Voet, que exhibe sus agendas. La última, el lunes. Ayer habló. Después se echó a llorar.