De maestro a jefe de servicio
Máximo Casado, natural de la pequeña localidad leonesa de Santa Elena de Jamuz, llevaba 15 años destinado en la prisión de Nanclares de Oca, en la que comenzó trabajando como maestro para más tarde opositar a funcionario y, finalmente, ascender a jefe de servicio, el tercer puesto en el escalafón, tras el director y el subdirector.En ese cargo mantenía poco contacto directo con los reclusos, pues su labor era de coordinación del trabajo del conjunto de los funcionarios. Uno de éstos, que se definió como amigo íntimo suyo, dijo a este periódico que el asesinado nunca había mostrado deseos de cambiar de destino, pero que recientemente le había confiado que se encontraba incómodo, ya que se sentía algo acosado por personas de su barrio.
Este compañero y amigo definió a Casado como "un hombre de izquierdas". Durante varios años fue delegado y responsable de la sección del sindicato CC OO en Nanclares.
Casado había comenzado a estudiar euskera hace algún tiempo y ya "se defendía muy bien" en ese idioma, siempre según su amigo. También era aficionado al deporte -"era un atleta", dicen quienes le conocían- y, en particular, a montar en bicicleta, aunque no pertenecía a ningún club.
Sus compañeros de trabajo le describen como un hombre muy familiar que tenía "auténtica obsesión como padre por sus hijos". En su vecindario, sin embargo, no era muy conocido. "No era un hombre de alternar", coinciden vecinos y colegas. "Conocíamos más a su esposa, de verla en la compra", dijo una mujer que reside en el mismo inmueble, "pero los dos eran muy discretos". Algunos de sus vecinos sabían su condición de funcionario de prisiones mientras que otros dicen haber ignorado hasta ahora en qué trabajaba.
Koldo Usín, parlamentario de IU, quien conocía personalmente a la víctima, destacó de Casado su "excelente trabajo" con los internos. El ex preso etarra Mikel Sueskun, que estuvo encarcelado en Nanclares, dijo "no tener ningún juicio negativo" sobre él.
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