Powell disfrutó de lo lindo

Al otro lado del estadio, pegado a un monitor de televisión, un personaje de excepción siguió el duelo sin perder detalle. Aunque apostó a caballo perdedor, Michael Powell, el plusmarquista mundial de longitud (históricos 8,95 metros en el Mundial de Tokio 91), disfrutó de lo lindo en la tribuna de prensa del estadio olímpico pese a que la competición tardó en calentarse. "No está mal, no está mal", dijo el norteamericano, cuyos duelos con Carl Lewis dieron sentido a la primera mitad de la década. "Veo mucho mejor a Taurima que a Pedroso", dijo el saltador norteamericano cuando el concurso andaba por el cuarto salto y el cubano mandaba, con 8,41m (un centímetro más que el histriónico australiano). Y como para dar razón a su profecía, un par de minutos después, justo tras el tercer nulo del cubano, Taurima volaba hasta 8,49m. Gran jolgorio por parte de Powell, retirado hace un par de años. Se levantó del sitio riendo y voceando, chocó los cinco con todo aquel que se pusiera a su lado. Disfrutó. "Taurima no tiene una técnica tan buena como Pedroso, pero palía el problema con el arrojo", dijo. Menudo chasco, habría que pensar, debió de llevarse, entonces, cuando en su último salto Pedroso voló 8,55 metros para llevarse el oro a Cuba. Pues no.Poco después, Powell, tan exagerado como antes, chocaba la mano con Pedroso, lo abrazaba y le decía: "Me has hecho disfrutar". Pedroso sonreía. A su lado, contemplaba la escena William Mato, su entrenador de toda la vida, un personaje con más pinta de miembro de la Vieja Trova Santiaguera que de técnico de atletismo, con su gorra blanca y todo. "Pedroso tiene capacidad para saltar nueve metros, lo único que necesita es un rival que le empuje", decía. "Si su esplendor hubiera coincidido con el del duelo Lewis-Powell, quizás estaríamos hablando ahora de otra cosa".
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