Los albañiles de la casa que se derrumbó en Patraix aseguran que llevaban protección personal en su trabajo

Confusa e inexacta fue la declaración de casi la mayoría de los albañiles que ayer declararon en relación al derrumbe el 5 de agosto de 1998 de una casa en Patraix que costó la vida a dos trabajadores y causó heridas de diversa consideración a cinco. Los obreros se mostraron olvidadizos ante algunas preguntas y no faltó quien dio una versión de los hechos diferente a la que con anterioridad había dado a la policía y al juez. Incluso el fiscal tuvo que advertir a uno de los testimonios que se encontraba bajo juramento y que de mentir incurriría en un delito. Los peones aseguraron en contra del relato del fiscal, que la empresa sí les había facilitado equipos de protección individual, aunque nadie pudo afirmar cuántos los usaban en el momento del accidente. Por lo que respecta al derribo de tabiques en la casa dijeron que éste no podía afectar a la estructura del edificio, extremo que tendrá que confirmar la peritación técnica. Tampoco consideraron que la obra entrañara peligro. En lo que casi todos coincidieron es que era el acusado Miguel Quintero la persona que les contrató. Quintero ha negado su relación con la empresa QFC cuyos representantes, Juan Francisco F. y Juan G. S., comparecen también como acusados. Sobre Quintero, uno de los declarantes aseguró haberle oído decir que era arquitecto y teniente de la Guardia Civil. Por otra parte, dos de los testigos aseguraron que con posterioridad al accidente han trabajado en la empresa Chisotcs con la que Quintero guarda una relación directa.