Un rosario iluminado
Con una puntualidad y un rigor que ya sólo les queda a las celebraciones religiosas, los 247 faroles y las 20 carrozas que conforman el rosario iluminado más completo del mundo salió en la noche del viernes por las calles de Vitoria. Entre cachis de cerveza, cuadrillas en las que se sentían los efectos del cava consumido durante el chupinazo, y familias impecables, 300 de los 3.000 cofrades que tiene la Virgen Blanca iluminaron la ciudad con sus rezos marianos.Es una costumbre que se remonta a los finales del siglo pasado, cuando un grupo de vitorianos, miembros de la citada Cofradía fundada en 1613, puso en marcha la creación de unas linternas que acompañaran el rezo de un rosario público. Todos los misterios estaban presentes con sus correspondientes avemarías. Así hasta completar esos 247 faroles que tenían que provocar una sensación sobrecogedora en aquella época en las que las noches, hasta las de verano, invitaban al retiro hogareño.
Los tiempos cambian, como la indumentaria de los que van en procesión, que iban vestidos informalmente, ataviados con el pañuelo de fiestas imprescindible. También se ha transformado el ambiente, porque el viernes el rezo monocorde del rosario tenía que hacerse un hueco entre las músicas de una ciudad en fiesta. Las que lucían mejor que nunca eran esas lámparas restauradas recientemente y que por fin tienen una sede en condiciones.
Así es; el local de la calle Zapatería que desde 1900 ha albergado esta colección de vitrinas móviles ha sido por fin restaurado y espera su inauguración para el próximo mes de octubre. Será entonces cuando comience el proceso de convertir lo que ha sido un almacén en un museo que muestre los recuerdos de la cofradía. Como comenta la abadesa, Cristina Frucutoso, "en todo este tiempo hemos ido atesorando algunos objetos dignos de exposición: documentos históricos, libros, unos mantones de Manila pintados por Amárica, etcétera",
Será el colofón a una recuperación de una tradición con gran arraigo entre vitorianos y alaveses, como también lo tiene el Rosario de la Aurora, el que ayer a las siete de la mañana congregó a miles de ciudadanos que siguieron este acto en el que verdaderamente comienzan las fiestas. En ese momento se estrenaron los blusas que hasta que realizan la ofrenda a la Virgen no se ponen el uniforme: una muestra más de las peculiaridades tradicionales de las fiestas de Vitoria.
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