Admirado en el exterior, Cardoso vive en su país la más baja cota de popularidad

El premio Príncipe de Asturias concedido al presidente Fernando Henrique Cardoso supone la oportuna confirmación de un contraste: Cardoso es mucho más estimado allende las fronteras brasileñas que en su propio país. Esta proyección internacional se apoya especialmente en su liderazgo indiscutible en la integración de los países suramericanos. Pero Cardoso sufre hoy una caída en barrena de su popularidad entre los cariocas, que ven cómo al presidente le desbordan problemas que disminuyen drásticamente la calidad de vida de la población.Éstos son algunos de los gestos gubernamentales que añaden leña al fuego: la actitud respecto al Movimiento de los Sin Tierra, cuyas manifestaciones suelen ser reprimidas brutalmente; y especialmente la crítica situación de las grandes ciudades, acosadas por un crecimiento desmesurado de la delincuencia. El premio Príncipe de Asturias llega poco después de que Cardoso pidiera perdón al país por el impresentable comportamiento de la policía militar de Río durante el secuestro por parte de un drogadicto de un autobús en una calle céntrica. El secuestrador acabó matando a una joven y aterrorizada rehén de 20 años. Para colmo, el delincuente murió cuando la policía le tiroteó a quemarropa. Cardoso es consciente de que los grandes desafíos de Brasil son sociales: pobreza e inseguridad ciudadana. Él suele repetir que Brasil no es un país pobre, sino injusto, por la escandalosa desigualdad en el reparto de la riqueza. Pero no ha sabido aplicar a fondo la reforma política, urgente, que encarrile a Brasil en la solución de estas lacras. El Tribunal de Cuentas del Estado acaba de aprobar los presupuestos de 1999, pero ha calificado de "insatisfactoria" la acción del ejecutivo en materia social. Las cifras juegan en contra de Cardoso; basta un ejemplo: casi tres millones y medio de niños abandonaron sus estudios en 1998.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Los Mossos y la Guardia Civil registran la sede del laboratorio señalado por la fuga de peste porcina
El ministro Puente se reafirma en sus ataques contra Eduardo Madina mientras crece el malestar en el PSOE
El jefe de redes de Vox presenta su dimisión tras ser denunciado por acoso sexual a un militante cuando era menor
Condenado por vender restos humanos el encargado de la morgue de la facultad de Medicina de Harvard
Lo más visto
- La población de pumas de la Patagonia se dispara gracias a una presa inesperada: los pingüinos
- El Supremo ordena al ex fiscal general el pago de la multa y la indemnización a la pareja de Ayuso que le impuso al condenarle
- El Gobierno de Mazón pagó 107 millones de euros más a Ribera Salud al aumentar su aportación por ciudadano
- Carlos Alcaraz y Ferrero rompen tras siete años: “Llegan tiempos de cambio para los dos”
- Sánchez, contra la Comisión Europea: “Es un error histórico” el paso atrás con los coches de combustión




























































