Los alfiles del Barça rompen al Bidasoa
Los azulgrana se acercan a su séptimo título de la temporada tras clasificarse para la final

El partido prometía mucho por la excelente racha del Bidasoa. Pero sus seis fallos en ataque en los primeros 15 minutos fueron transformados en gol por los alfiles del Barcelona. Y ahí se acabó una de las semifinales de la Liga Asobal. Los azulgrana intentarán copar todos los títulos de la temporada -siete de siete- contra el vencedor del duelo que el San Antonio y el Ademar juegan hoy (17.30, La2) en Pamplona con una victoria a favor de los navarros.Del impresionante arsenal de armas tácticas que posee el Barcelona, la más mortífera no es su ataque estático sino el fulgurante contraataque. Los goles que Guijosa y Ortega culminan como si corrieran los cien metros lisos no sólo castigan los fallos del adversario sino que son torpedos en la línea de flotación de su moral.
BIDASOA 22-BARCELONA 32
Bidasoa: Barreto (Aguinagalde), Domínguez (4), Etxaburu, Enbil, Cazal, Vico (7, uno de penalti), Fredsgaard (1) -equipo inicial-, Josemi (4), Fis (3), Kempe (1) y David (2).Barcelona: Barrufet (1), Guijosa (5, uno de p.), Masip (5, uno de p.), O'Callaghan (2), Urdangarín (2), Ortega (7), Schwarzer (1), -equipo inicial-, Chávar (6), Lozano, Xepkin (2), Bustos (1) y Svensson. Árbitros: Amigo y Costas. Excluyeron a Embil (2), Xepkin, Schwarzer, Masip (2), Lozano y Fresgaard. Polideportivo Artaleku de Irún. Unos 3.000 espectadores. Segundo partido de las semifinales -al mejor de tres- de la Liga Asobal; el Barcelona ganó el primero por 28-22.
Contra el ataque estático, el Bidasoa cuenta con una magnífica defensa, la menos goleada de la Liga Asobal. Para evitar el contraataque, la única receta infalible es meter gol. De modo que el entrenador del equipo irunés diseñó la estrategia adecuada para que el balón llegase con frecuencia a la línea de seis metros. Sus hombres cumplieron con esa consigna, pero fallaron los tiros a bocajarro.
A partir de ahí, el Bidasoa se desmoronó por completo. Enfrente, el Barcelona interpretaba su conocido rock duro bajo la batuta de Valero Rivera: es el mejor equipo de mundo, entre otras cosas porque sus hombres no bajan la intensidad aunque ganen por diez.
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