Eso no es asunto mío

¿Para qué servirá un embajador? Eso no es asunto mío. ¿A quién representa un embajador? Eso no es asunto mío. ¿A quién hay que acudir cuando uno se encuentra en apuros fuera de su país? Eso no es asunto mío. ¿Qué hay que hacer cuando se pierden los pasaportes en, pongamos por caso, la República Checa, sin los cuales no se habría podido llegar hasta allí? Eso no es asunto mío. ¿Y en el caso de verse retenido en el aeropuerto de Praga durante 24 horas, a la espera de una solución? Eso no es asunto mío. Ésta fue la respuesta del señor embajador de España en la República Checa cuando dos turistas españolas, con billete de ida y vuelta y cuatro noches de hotel reservadas, llegaron sin pasaportes a Praga, tras haberlos perdido en Francfort. No se trata de un caso extremo, si por caso extremo se entiende la muerte trágica de un español fuera del país; se trata de un simple caso en el que se ha puesto de manifiesto la desidia y el desinterés de un funcionario con poderes excepcionales para solucionar problemas en circunstancias especiales: se trataba de un fin de semana en el que no había ninguna otra opción para resolver el problema; de haberla habido, sabe Dios que no hubiéramos interrumpido la comida de nuestro embajador. Final de la aventura: pasamos 24 horas en el aeropuerto de Praga, fuimos repatriadas al día siguiente, perdimos el viaje y constatamos la incuria de nuestro representante en el país; por cierto, dentro de nuestra desgracia hubo quien intentó ayudarnos: los propios empleados del aeropuerto y los representantes de la agencia de viaje, y eso no era asunto suyo.- .