Líderes para el 2010
"Estoy de Almodóvar hasta el gorro, lo siento. Deja tu mensaje". Así me recibió esta semana el nuevo contestador japonés de Conxa que actualiza sus mensajes según la coyuntura: un contestador, pues, oportunista. "Un contestador flexible como yo", puntualizaría ella, orgullosa. Dos días después el contestador respondía: "Hola, si no estás en una ONG no dejes ningún mensaje, no me interesa". Y ayer mismo el contestador me advirtió: "Si el Estado no nos sirve de nada nos lo ahorramos y santas pascuas. Deja tu mensaje". Al fin, Conxa apareció. "¡Claro que he recibido tus mensajes! El contestador los pasa al mail, que los incorpora a mi agenda esté donde esté. Garantizado. ¡El próximo paso es ver en la pantalla de la agenda la cara de susto que pones al escuchar los mensajes de mi contestador¡", dijo ella riéndose a carcajadas. Tanta modernidad me abruma, Conxa, no tuve más remedio que decirle. "¡Aprovecha que es gratis! ¡Estoy aprendiendo, por fin, a cobrarlo todo! Ya sólo mis conversaciones contigo y mi campaña para Mozambique son sin cargo. Con esto del treintañerismo al poder (¡somos la generación del 2010!, ¿lo sabías?, ¡lo acaban de decidir los cuarentones!) todo el mundo pide opiniones e ideas, y he decidido que tengo un precio: si alguien alquila mi cerebro, que lo pague. ¿Es justo, no? Ya he empezado a cobrar por dar ideas, así que ahora no te las voy a explicar, para definir el líder de mi generación. ¿Sabes que pensar eso quema mucho? Quema tanto que ya ¡sólo les veo futuro a los que tienen 10 años! ¡Me he sentido vieja! ¡Viejísima! A los 30 años las neuronas se destruyen aceleradamente, el cuerpo se desgasta: cada día me descubro con una arruga más y no hay retinol que lo arregle. Mis amigas han empezado a hacerse liftings ¡con 32 años! Vi a Gorka el otro día en Madrid y noté, sólo he estado un mes y medio sin verle, ¡que había envejecido! Se lo dije y él me respondió ¡que yo más! ¿Qué se habrá creído el tío? Le ha envejecido el chip que se ha implantado para estar localizable y tener cobertura móvil en todo momento. ¿No te lo había contado? ¡El implante del chip significa un sustancioso aumento de sueldo! Yo no he querido hacérmelo por ahora... después de ver a Gorka, menos. ¿Cómo pudo gustarme nunca ese tipo?". Me había citado a última hora de la tarde en su despacho recién estrenado, y me explicaba todo esto, en shorts y camiseta, subida en una fantástica bicicleta electrónica que emitía un ¡biiiip! sobrecogedor cuando se le alteraban algunas constantes vitales por descontrol en el esfuerzo físico. Desde la bicicleta, con un mando a distancia, manejaba tranquilamente el ordenador de la mesa y el teléfono. "Un invento estupendo: evita el sedentarismo del ejecutivo. ¡La tecnología salva la tecnología! Así puedes pasarte horas trabajando, y en el despecho nos gusta experimentar los productos que promocionamos: éste va a ser un boom. Pepe ya ha encargado el primero... ¡es genial Pepe!, ¡ah! Me pide que te diga que no te tiene en cuenta que no fueras al concierto de Los ceropatateros. Yo tampoco pude ir, estaba en Madrid en lo del dirigente treintañero. Uf, uf". Sonaron dos profundos ¡biiip! ¡biiip!. Cuidado, Conxa, le dije. Ella paró la bicicleta y resopló: "Uf, uf. Este trasto es increíble: pronuncio la palabra treintañero y ¡detecta lo mucho que me altera el asunto! Le acabamos de instalar uno al Josep del 2004 que se ha prestado como voluntario y se le dispara cada vez que piensa en el Foro o en Maragall... Por eso me interesa ver qué le pasa con Pepe... a ése no le altera nada. ¿Quieres que te mande uno a tu casa?". No, por favor, pensé. Pero sólo le comenté que no estaba ya para estos trotes, cosa absolutamente cierta. Y ella dijo: "Esta es la España de Aznar, anótalo". Así lo hago. (Continuará).Conxa, publicitaria barcelonesa de identidad pluriforme, presta su diario y experiencia a esta investigación sobre el treintañerismo en la España de Aznar. Tras romper con Gorka, un vasco nacionalista / global, Conxa tiene un fugaz lío con Pepe, empresario / rockero simpatizante del PP, un echao palante, mientras traba amistad con el Josep del 2004, un tipo que la observa con un catalejo desde un vecino balcón.
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