La ciudad de los travestidos
"Mitin. Impuestos. Peaje. Credibilidad. Eslóganes. Moda. Treintañerismo. Infovía. Casarse o no. Trabajar o no. Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Votaciones. Mentiras. Lapidación. Strip tease en Internet. Harapos. Poshumanidad, poshistoria. Mozambique. Cine norteamericano en catalán. Barcelona ciudad de travestidos. Ésta es mi agenda multimedia de esta semana". Conxa me enviaba este sobrio mail a principios de semana, adornado con ilustraciones ad hoc, un vídeo y sonido, todo por gentileza de una importante marca japonesa que hacía constar lo siguiente: "Conxa P. Puig (Inma Páez) ha sido seleccionada con otros 10.000 jóvenes del mundo para probar el nuevo sistema multimedia tridimensional de contacto persona / persona". Me quedé de una pieza. Durante toda la semana llegaron nuevos mensajes, cuya tridimensionalidad sólo pude captar con la imaginación ya que mi ordenador no está preparado para tanta modernidad y a punto estuvo de quedarse bloqueado. Unas imágenes de Todo sobre mi madre introducían estas palabras: "Amo el relax del pacífico oasis de esta Barcelona que Pedro hará de nuevo famosa por sus travestidos. ¿Has visto que la norteamericana Susan Seidelman rueda aquí otra película de travestidos? La suerte está echada: ¿Ciudad transexual? ¿Por qué no? ¡Mestizaje! ¡Hibridación! Sólo a los barceloneses se les puede ocurrir hacer compatible Internet con el tranvía, el Barça con la Sagrada Familia, el urbanismo con la ética, o el catalán con Hollywood. ¡He vuelto a casa! (Y aquí van alegres imágenes de l'ou com balla.) Amo esta ciudad atónita, pasmada y blandita como un Hamman a la menta que es el baño de vapor más voluptuoso que he probado... ...oasis de pasiones encendidas, tribu esquizofrénica y multilingüe. Barcelona, útero materno, qué paz". (Escueto travelling del cementerio de Poblenou).En el siguiente mensaje, Conxa prescindía de la epopeya e iba al grano. "Reencuentro conmigo misma. Tengo a Gorka perdido en una infovía cualquiera y acaso detectando hackers dispuestos a fisgar el déficit de mi cuenta de teléfono... todo Internet se ha enterado de lo que debo. Tras el brain storming de poshumanidad y poshistoria al que me han sometido Cosme y Joan (mis jefes vinieron expresamente a hablar conmigo), me he dado una tregua y un nuevo mantra: ¿Mujer casada, mujer acabada? Con la promesa en firme de que a partir de ahora ellos también servirán cafés y con el respiro de que los japoneses van a hacerse cargo de mi déficit económico en comunicaciones por un año mientras experimente con la tridimensionalidad, las perspectivas laborales se ensanchan. Si a ello añadimos la rebaja de impuestos de Aznar, y el ahorro que me supondrá la moda de los harapos (qué descubrimiento el de Galliano), el horizonte se despeja. Barcelona sienta bien a mis neuronas. Vuelvo a ser yo. Lo noto porque veo la tragedia de Mozambique y me entran ganas de ir corriendo para allá; ¡no es justo!, ¡nadie habla de Mozambique en los mítines!, ¡ignoran que en los Emiratos Árabes lapidan a embarazadas adúlteras! Vuelvo a leer periódicos y me indigno. Como me indigno, he decidido ir a votar. Y he dado a mis amigas de la Marcha Mundial de las Mujeres una pancarta en la que pone 'Las mujeres son Internet, los hombres son la bomba atómica'. Sí, sí, ellos son la perdición de las treintañeras... nunca te había hablado tan claro. Vivo".
Compruebo, pues, que Conxa, igual que las hojas que vuelan en el aire de la primavera, resiste. La llamé y nos fuimos a ver Una historia verdadera; la lentitud del cortacéspedes de David Lynch nos maravilló. Ni siquiera hablamos de que Gorka se había perdido en la infovía. (Continuará)
Resumen de lo publicado: la historia de Conxa, barcelonesa de identidad fluida, creativa/ejecutiva de una compañía de publicidad, que presta su diario a esta investigación, pone de manifiesto la inaudita dificultad de trazar el perfil generacional de las treintañeras españolas. El caos, la flexibilidad y la adaptabilidad son algunos ingredientes de esta sopa.

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