Los meteorólogos remitirán a Aznar sus quejas contra su director

Los funcionarios del Instituto Nacional de Meteorología debatirán hoy a partir de las 10.30 la ratificación de la carta que enviarán al presidente del Gobierno, José María Aznar, y en la que explican su voto de censura contra la dirección del organismo que encabeza Eduardo Coca. En la asamblea previa del 27 de enero se adoptó por mayoría la reprobación de Eduardo Coca; ahora se motiva. La dejación de la dirección, dicen, ha relegado al organismo público a un segundo plano.La enumeración de causas, que ocupa 40 folios, empieza por destacar la falta de capacidad técnica de la actual dirección, tanto de Coca como de sus asesores, expresada en la falta de confianza en los trabajadores (físicos en su mayoría) y en la ausencia de una estrategia. "No existen planes operativos, no se dan importancia a las aplicaciones del Instituto, no se atienden las demandas de los usuarios", señala el meteorólogo Juan Cisneros.

En la carta se denuncia la falta de colaboración entre los ministerios de Medio Ambiente, de quien depende, y Educación, que debido a la incompatibilidad de sus regímenes económicos impide unas relaciones fluidas entre el Instituto y los investigadores.

En éste y otros campos, el Instituto Nacional de Meteorología se ha quedado rezagado o ha permitido que otros le hayan pisado su terreno, como el de la atención a las demandas de los clientes, mucho más exigentes hoy que hace 30 años. En las islas Canarias se dado el caso de que los periódicos locales facilitan datos sobre la radiación ultravioleta de tipo B elaborados por los servicios meteorológicos de los países nórdicos.

"Una persona que va a la playa quiere saber qué tipo de radiación hay y cuánto tiempo puede permanecer al sol sin quemarse. Con los servicios meteorológicos no sólo se hace predicción; se pueden elaborar productos finales que satisfagan las demandas de los usuarios, como la contaminación de ozono o las repercusiones de determinadas actividades industriales", dice Cisneros.

Los meteorólogos destacan la dejación en el mantenimiento de la red de observación, la falta de flexibilidad laboral y sus escasas retribuciones, las más bajas en el contexto de la Administración General del Estado.