Buena velada

La enésima muestra de que el mercado musical británico protege lo suyo la constituye el millón de copias vendidas del segundo disco de este cuarteto escocés de virtuosos del pop de siempre, que, sin haber inventado nada nuevo -eterna constante en los grupos de las islas-, saben acaparar la atención ofreciendo exclusivamente buenos temas.Como ya demostraron en la pasada edición del Festival de Benicàssim, Travis son capaces de ofrecer, además, un directo intenso y elegante, ideal para que resalten las virtudes musicales de cada componente, que son muchas, y, sobre todo, su talento para componer auténticas joyas del género.

En su presentación en Madrid venían reforzados con un excelente teclista que supo dotarles de una espina dorsal armónica que realzaba el preciosismo de su música.

La voz de su solista, Fran Healey, ha bebido con auténtica sed de la fuente de John Lennon, mientras que el poderoso ejercicio del guitarrista Andy Dunlop añadía otro tipo de lírica más eléctrico.

El resultado fue la interpretación de hermosísimas composiciones como Turn, Writing to reach you, la emocionante e hiperradiada Baby one more time o la generacional Twenty, todas ellas en una atmósfera delicada y muy fácil de asumir por cualquier público.

Aparte de ese preciosismo a la hora de hacer pop ortodoxo, también se les nota alguna influencia de tipo campestre como se manifestó en el tema Love, una balada de guitarra acústica y armónica.

Sin embargo, el exceso de baladas en el tramo medio del concierto hizo decaer algo el interés, pero ha de considerarse una minucia a tenor de la buena velada, en general, ofecida por Travis.