Dirigentes socialistas de Chile critican la petición de libertad por razones de salud

La petición del Gobierno chileno al ministro británico del Interior, Jack Straw, para que autorice el regreso de Pinochet por su deteriorada salud -la última carta que se ha jugado el Ejecutivo ante Londres- no cambió el escenario interno. Pocos, salvo la Cancillería chilena (Ministerio de Exteriores), le asignan perspectivas de éxito. Dirigentes socialistas, del mismo partido del canciller, Juan Gabriel Valdés, y algunos democristianos criticaron ayer la iniciativa del Gobierno.

La vicepresidenta del Partido Socialista (PS), la diputada Isabel Allende -hija del ex presidente Salvador Allende-, dijo que "sólo con informes médicos irrefutables que justifiquen evadir la justicia por razones humanitarias se podría dar la libertad a Pinochet". El secretario general del PS, Camilo Escalona, dijo que la petición es "un profundo error" que trata de "tapar el sol con un dedo".La Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, además de rechazar la gestión, dejó una carta en La Moneda al Presidente Frei en la que le recordaron la inhumanidad de Pinochet con ancianos y mujeres embarazadas detenidas y desaparecidas.

Dos imágenes, mientras, reflejaban ayer al Chile que festeja o llora el primer año del ex dictador detenido. Miembros de la juventud democristiana fueron hasta el edificio de la comandancia en jefe del Ejército, donde prendieron una vela en una torta y cantaron el "cumpleaños feliz" para celebrar el aniversario. Cerca, unos dos mil militares en retiro coreaban en un teatro su consigna con gran entusiasmo y poca esperanza: "¡Chi-Chi-le-le-le, viva Chile y Pinochet!".

El acto de los militares era como revivir escenas de los años setenta en dictadura. En el teatro Monumental, en un acto que sus organizadores del movimiento Chile, mi Patria calificaron de "apolítico", el ex vice comandante en jefe del Ejército, general retirado Rafael Villarroel, rechazó la detención de Pinochet y pidió apoyar la Mesa de Diálogo para investigar el destino de los detenidos desaparecidos. Cuando el general reprochaba la actitud de las embajadas de España y del Reino Unido, se gritó: "¡Fuera!, ¡Fuera!". Para Villarroel, "si otro hubiera sido el primer ministro, por ejemplo Margaret Thatcher, esto jamás habría sucedido".