Ernest Borgnine y Kim Hunter lanzan sus 'oscars' contra el Hollywood actual

Ernest Borgnine y Kim Hunter, dos históricos poseedores de sendos oscars por sus interpretaciones en Marty y Un tranvía llamado deseo en la década de los cincuenta, hicieron ayer un ejercicio de añoranza para ensalzar el cine clásico y arremetieron con dureza contra la política de Hollywood. Ambos se encuentran en San Sebastián para "vender" la película Abilene, dirigida por Joe Camp III, que narra la historia de amor entre un anciano gruñón (Borgnine) y su cuñada (Hunter), quienes rompen un periodo de 50 años sin verse a raíz de la grave enfermedad que le sobreviene al marido de ésta.Abilene es, a juicio de ambos, una demostración de que "aún hay sitio en el cine para los actores veteranos", pese a que "la industria del cine actual sólo premia las escenas de guerra, los bombazos y las explosiones constantes", afirmó entre aplausos Borgnine. "En Estados Unidos", añadió el célebre carnicero enamorado de Marty, "todos piensan que esta película es maravillosa, pero no entra en el mercado porque en la historia de amor que se relata no aparece el sexo por ninguna parte".

Borgnine, a quien nadie le discutirá el mérito de arrebatarle el Oscar en 1955 a genios como Spencer Tracy, James Dean y Frank Sinatra, es el único superviviente de Grupo salvaje, y entre sus trabajos más memorables figuran El emperador del norte y La aventura del Poseidón. Hunter es una de las grandes damas del teatro de Broadway, que tuvo el privilegio de estrenar obras de Tenneessee Williams y Thorton Wilder, entre ellas la versión dramática de Un tranvía llamado deseo. En Abilene, medio siglo después, ambos reivindican el regreso a los "años dorados".