Los poemas-objeto de Joan Brossa, por primera vez en Andalucía

Joan Brossa y la poesía han formado siempre una pareja inseparable. Brossa (Barcelona, 1919-1998) comenzó con sus poemas-objeto a principio de la década de los cuarenta y desde entonces sus obra, tanto en plástica como en literatura, no ha dejado de ser transgresora. La galería Rafael Ortiz de Sevilla presenta, por primera vez en Andalucía, una muestra casi retrospectiva del escultor barcelonés. La exposición reúne 25 poemas-objeto y 6 poemas visuales realizados entre 1975 y 1998.

"La obra de Joan Brossa, entre irónica y desconcertante, resume muy claramente su filosofía, su forma de ver la vida y el arte. Siempre se la califica de surrealista, pero yo creo que es más dadaista que surrealista", explica el galerista Rafael Ortiz. La muestra, que se programó cuando el artista aún vivía, reúne obras procedentes de la Fundación Joan Brossa y de la galería Miguel Marcos de Zaragoza. Con una gran economía en la utilización de los elementos y manipulaciones muy sutiles, Brossa transformaba pequeños objetos cotidianos en sus famosos poemas-objeto. En la exposición, que estará abierta hasta el 17 de julio, pueden verse Farero (1988), una botella de fino en la que ha sustituido el corcho por un ojo de cristal, o David, una silla tamaño real cortada por la mitad y un pequeñísimo serrucho debajo que simboliza la lucha entre David y Goliat. Brossa, siempre crítico con la burguesía y fascinado por la magia, creaba con cada poema-objeto una especie de jeroglífico que el espectador debe descifrar. El empleado, un maniquí sin cabeza con chaqueta y estribos, es la pieza más cara de la exposición, tres millones de pesetas, pero hay obras desde 200.000 pesetas. El artista hacía habitualmente series de diez de sus poemas visuales, pero en la exposición hay cinco piezas que son únicas: Espejo cambiando de función, David, El empleado, Oceanía -un ancla junto a un vaso de agua- y La rueda, una rueda cuadrada que el artista ideó en 1969 y realizó en 1989.