Robles Piquer defiende la unidad del Estado frente a los nacionalismos

"Cánovas del Castillo no hubiera gobernado España de forma muy diferente a como lo hace José María Aznar". Carlos Robles Piquer, además de eurodiputado por el PP desde 1987 -entonces AP- ministro de Educación en el primer Gobierno de la monarquía en 1975, diplomático de carrera y cuñado de Manuel Fraga, es presidente de la Fundación Cánovas del Castillo y crítico ardiente de los nacionalismos.Ayer en los salones del Casino de Madrid un centenar de personas escuchó el discurso sobre la figura del inventor de la restauración y su vigencia en la España de finales de siglo titulado Cánovas del Castillo, cómo habría quizá gobernado España hoy. "Cánovas habría aceptado una organización territorial semejante al estado de las autonomías, pero siempre dentro de la unidad indisoluble de la nación". Y lo habría hecho, según el eurodiputado del PP, por puro pragmatismo pero sin ningún entusiasmo. Ese realismo tan suyo que le llevó a construir en la España de finales del siglo XIX un sistema de alternancia política entre su propio partido y el de Sagasta le obligaría a aceptar que existe un número importante de ciudadanos de determinadas regiones que tienen su "propio sentimiento de especificidad".

El ex ministro argumentó que el político del siglo pasado hubiese comprendido la necesidad de una Constitución "con vocación de eternidad", en un ataque a las peticiones de CiU y el PNV de llevar más allá el estado de las autonomías. Además, según Robles Piquer, Cánovas no hubiera tolerado que términos como parlamento o gobierno se aplicasen a instituciones infranacionales, así como no respetaba los fueros, porque implican la desigualdad entre españoles.