El ajedrez del siglo XXI

Ver el pensamiento de los jugadores. Nada menos que eso se intenta con el ajedrez avanzado, la nueva modalidad que permite la ayuda de ordenadores durante las partidas. El ruso Gari Kaspárov y el indio Viswanathan Anand, los dos primeros de la lista mundial, han firmado un contrato con el Ayuntamiento de León para disputar un duelo del 11 al 14 de junio; los espectadores -en la sala o a través de Internet- verán el cálculo de variantes por medio de tableros electrónicos gigantes. Kaspárov, que estrenó su idea el año pasado en León, donde venció en la muerte súbita al búlgaro Véselin Topálov, no oculta su entusiasmo: "Es el comienzo del futuro. El jugador humano se concentra en la estrategia y en la creación de belleza, y evita los errores tácticos con la ayuda de la máquina. En León apuestan por ello y organizan bien, por eso volveré", dijo ayer a EL PAÍS desde su casa de campo en Podolsk, cerca de Moscú, donde se entrena a conciencia para el torneo de Linares, que se inaugura el día 20.
El ruso acaba de lograr uno de los triunfos más brillantes de su carrera en Wijk aan Zee (Holanda); pero Anand, que también jugará en Linares, terminó el segundo a sólo medio punto del campeón. Hace poco más de un siglo, el ingeniero español Leonardo Torres Quevedo creó un autómata capaz de dar el jaque mate de torre y rey contra rey de manera infalible; los restos de la máquina se conservan en la Universidad Politécnica de Madrid. Hoy cualquier ajedrecista de competición utiliza una base de datos con más de un millón de partidas clasificadas por fechas, jugadores y tipos de posiciones. Conseguir partidas de los futuros rivales era antes una tarea ardua y de mucho tiempo; ahora se logra en pocos segundos, pulsando unas teclas. Hasta los más modestos programas comerciales de ajedrez analizan miles de jugadas por segundo. Esos adelantos han convertido a un deporte tradicionalmente estático y difícil de comprender en un espectáculo vibrante, incluso para los ignotos, cautivados por el ritmo y la vistosidad del ajedrez del siglo XXI. Los espectadores ven al detalle el mínimo gesto de los contendientes a través de un circuito cerrado de televisión y escuchan por auriculares los comentarios de grandes maestros. Cuando el jugador piensa en las consecuencias de un posible movimiento, lo introduce en su ordenador portátil antes de efectuarlo; el público ve los análisis de la máquina gracias a cámaras robotizadas y puede predecir la próxima jugada. Marcelino Sión, presidente del comité organizador de León, cree que el fracaso es imposible: "El año pasado, a pesar de la coincidencia con el Mundial de fútbol, la sala se llenó todos los días. Había gente que no tenía ni idea de ajedrez. Un padre de familia me dijo que él y sus hijos habían disfrutado más que en un partido de fútbol". El peligro está en que una máquina logre dominar la estrategia, además de la fuerza bruta. Pero Kaspárov es tajante: "Eso no ocurrirá nunca".
Y coincide con Sión en el optimismo, a pesar de las críticas de los ortodoxos: "El mundo del ajedrez es muy conservador, se resiste a los cambios. Hace 12 años, cuando disputé un duelo de partidas rápidas con Short en un teatro de Londres con cámaras de televisión, varios jugadores de élite dijeron que eso era prostituir la esencia del ajedrez. Ahora todos ellos acuden encantados a ese tipo de torneos y ganan dinero. Todos, excepto los casos clínicos, admitirán también que el ajedrez avanzado es un éxito".
Para entrenarse en la nueva modalidad, el ruso juega partidas rápidas bajo seudónimo desde hace meses, conectándose por Internet desde donde esté con un club de ajedrez digital de Estados Unidos, preferentemente por la noche. Kaspárov, cuyo frecuente estado de mal humor se ha atenuado bastante en los últimos meses, ni siquiera se molestó cuando uno de sus rivales en la red le escribió: "Si juegas tan bien y tan rápido, sólo puedes ser Anand".
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