Cóctel triple para países ricos
A falta de una vacuna efectiva y de un medicamento que haga desaparecer el sida, los tratamientos con fármacos antirretrovirales se han convertido, desde su aparición a finales de 1995, en el eje de la lucha contra esta enfermedad, que afecta a 30 millones de personas en el mundo. Estas combinaciones de fármacos de alta eficacia, casi siempre triples, retrasan la aparición de los síntomas de la enfermedad, convierten a los contagiados en enfermos crónicos y, según la Fundación Anti-Sida España (FASE), han hecho que "sida ya no sea igual a muerte".Los antirretrovirales actúan como inhibidores de la proteasa y de la transcriptasa inversa, dos proteínas fundamentales para que el virus se multiplique en las células del infectado.
Estos tratamientos se pueden comenzar antes de que se desarrollen los síntomas y su portador se convierta, por lo tanto, en un enfermo oficial. Pero son agresivos, ya que sus efectos secundarios van desde naúseas, insomnio o diarrea, hasta hepatitis, aumento del colesterol o inflamación del pancreas; muy caros (12.000 dólares al año, más de un millón de pesetas), un precio que no pueden permitirse los 21 millones de contagiados africanos; y sufridos porque, en algunos casos, suponen la ingesta de alrededor de 20 pastillas al día.
Por eso una de las vías en las que trabajan los investigadores es el diseño de nuevos fármacos combinados que reduzcan el número de pastillas.
En cualquier caso, esta terapia ha logrado reducir el número de muertes y el de ingresos hospitalarios. En España el número de nuevos casos ha descendido un 25% durante 1998, algo que los responsables del Plan Nacional atribuyen a la generalización de antirretrovirales. Pero sólo 70.000 de los 200.000 españoles portadores o enfermos de sida siguen un tratamiento de este tipo, según FASE.
A la espera de un remedio que acabe con la enfermedad, estos tratamientos y la prevención que supone, por ejemplo, el uso de preservativos son el único camino.
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