Cables cruzados
Los políticos se han vuelto locos. O, más concretamente, el alcalde y el presidente de la Comunidad de Madrid viven con los cables cruzados. Unos cables de la contrarreforma más oscura, la reacción más derechista y el antipopulismo más flagrante. Las últimas decisiones que obligan a cerrar los bares a las 3.30 horas, que multan a los peatones que cruzan la calzada sin utilizar el paso de cebra, que retiran masivamente los vehículos con grúa, que sancionan a los ciudadanos que corren por las aceras, etcétera, significan el comienzo de una durísima campaña intervencionista de la Administración en las vidas de los ciudadanos. Pronto tendremos en cada hogar una cámara conectada a un despacho de Policía Municipal o Policía Nacional.No nos dejan salir de marcha, ni divertirnos, cuando no nos dan trabajo por el inoperante funcionamiento del Inem (llevo apuntado en la oficina de Alcorcón desde el 30 de septiembre y desde entonces no he tenido más noticias de ellos) o cuando permiten que las empresas de trabajo temporal (ETT) chupen la sangre a los jóvenes.
Hay problemas más graves que tocar en el metro o en la calle (venta de drogas en el extrarradio de Madrid, crecimiento del paro, de la delincuencia y de la gente sin recursos económicos; aumento de la masificación en universidades públicas y empeoramiento de la enseñanza; falta de subvenciones, etcétera). Pero, claro, acabar con los chorizos acollona, y machacar a los jóvenes, no. ¡Enhorabuena, políticos de postal, pose, sonrisa y foto! Sólo entendéis una política, la del integrista y del fundamentalista, basada en el prohibir, prohibir, prohibir por los siglos de los siglos, amén.- .
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