El empujón final

La reunión celebrada por los máximos representantes de Francia y España en La Rochelle ha sido el empujón final para que el tren de alta velocidad sea una realidad en el 2004 y no un proyecto sin fecha precisa. Ése era uno de los miedos del alcalde de Barcelona, Joan Clos, y de los alcaldes de Figueres y Girona, por parte catalana, y sus homólogos de Montpellier y Perpiñán, del otro lado de los Pirineos. Y los temores eran fundados ya que el Ministerio de Fomento ha mostrado una actitud que daba largas a la apuesta de perforar los Pirineos. Tanto que mientras Clos reclamaba la constitución de una comisión tripartita -Administración central, Generalitat y Ayuntamiento- para trabajar conjuntamente en el trazado de Barcelona a la frontera, el Gobierno todavía no había cumplido con su compromiso de nombrar a los representantes españoles para abordar con sus homólogos franceses cómo realizar el túnel de la frontera.