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Una nueva mirada

Madrileños con problemas de marginación plasman su visión de la ciudad en un rally fotográfico

Treinta madrileños que conocen de primera mano la precariedad laboral, la enfermedad, el hacinamiento, la falta de un hogar y otras formas de marginación social emularon ayer a Cartier Bresson. Cámara en ristre participaron en un maratón fotográfico, organizado por la revista de calle También contamos con el apoyo de la Comunidad de Madrid, en el que debían reflejar su visión de la ciudad. Con esta iniciativa se pretende conmemorar el 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos desde la perspectiva de quienes padecen la vulneración de algunos de ellos como el derecho a un techo y a un empleo dignos.Para José López Borja y Miguel Ángel García, dos usuarios recientes del albergue municipal para indigentes de San Isidro, lo de menos son las fotos. Estos dos hombres de 43 años sin empleo y sin hogar están ilusionados con el maratón porque creen que servirá para divulgar lo canutas que las pasa parte de la ciudadanía.

Como la mayoría de los 30 improvisados reporteros que ayer pusieron la ciudad bajo su foco, ellos sobreviven desde hace meses vendiendo la revista También contamos que edita una entidad vinculada a la Asociación Pro Derechos Humanos, con subvención regional. La tarea es difícil tras los escándalos surgidos en publicaciones similares en las que el cacareado fin social era una excusa para el lucro.

Llevan años con las revistas de calle. García empezó a venderlas tras contraer el sida porque ya no obtenía trabajo de conductor. A López, vendedor ambulante, la vida se le complicó con un accidente y un fuerte bache por la muerte de su mujer. Ahora van a alquilar un piso y sueñan con crear una cooperativa.

Juliana Guerra, de 58 años, y Paz Vicente, de 62, venden la revista porque es la condición que les pusieron las instituciones para concederles las 40.000 pesetas mensuales del salario social.

Nunca, hasta ayer, habían hecho una foto. Y no creen que el maratón vaya a servir de mucho. "Lo hacemos por las 5.000 pesetas que van a pagarnos por este día sin vender la revista", explican. No esperan ganar el premio de 50.000 pesetas a la mejor imagen.

Les gustaría trabajar cuidando ancianos pero lo ven imposible. "Llevo dos años anunciándome en el Segunda Mano y no consigo nada por mi edad", explica Vicente empobrecida tras la quiebra de su mercería. "A mí en el Inem me dicen que para qué acudo a ellos a mis años", apostilla Guerra, una antigua cocinera amenazada de desahucio en una buhardilla sin retrete, con un marido enfermo y dos hijos que pasan del paro al subempleo. Para ella el de ayer fue sólo un día de fotografías en el Retiro sin pasar frío en una esquina.

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