A la conquista de un mercado de 1.200 millones de consumidores

El presidente estadounidense, Bill Clinton, ha sido acusado por los republicanos de olvidarse de los valores norteamericanos de democracia y libertad a cambio de obtener ventajas comerciales con China.La impresión, dicen, es que Washington está dispuesto a conceder cualquier cosa con tal de firmar acuerdos. Un mercado potencial de más de 1.200 millones de consumidores es algo demasiado apetitoso.

Pero la realidad es mucho menos favorable. Por el momento, el comercio ha crecido pero en el sentido inverso. Los estadounidenses compran en China el 70% de sus bienes de consumo más baratos (zapatos, juguetes y textiles). China ha reemplazado a otras naciones de Asia como el proveedor más barato, lo que ayuda a mantener baja la inflación en EEUU.

En cambio, los norteamericanos venden bienes de alto valor añadido como maquinaria pesada, equipos de transporte, aviones... Pero se trata de ventas que no ayudan a penetrar en el mercado chino. La mayoría de los consumidores permanecen al margen.

En un momento clave de grandes transformaciones económicas, que han llevado al desempleo a millones de chinos, y con un tejido empresarial obsoleto y muy poco competitivo, las autoridades chinas son reacias a la entrada de productos extranjeros.

Desde 1993, EEUU ha firmado 15 acuerdos con China. Algunos han logrado entreabrir la puerta del comercio. Uno de ellos, de extremada dificultad, se refería a la propiedad intelectual. El congresista estadounidense Charlene Barshefsky no duda en calificar a China como el peor pirata mundial. "Los chinos aceptaron nuestras peticiones porque necesitan de la inversión exterior", añade.

Pekín quiere abrirse. Desea entrar en la Organización Mundial del Comercio, pero sin prisas. Sin pagar el peaje de una apertura precipitada.