Contigo, aunque lejos
Hace siete meses, mientras acompañábamos una marcha pacífica hacia Suleimania en el Kurdistán, en el territorio turco, fuimos objeto de una invitación por parte de la policía turca para visitar sus instalaciones de cerca; después de una brutal carga y una no menos intensa paliza no podíamos rechazar su ofrecimiento. Diecisiete europeos de distintas nacionalidades permanecimos en sus dependencias durante tres días, durante los cuales, algo bueno tenía que haber, tuvo cierta repercusión en medios de comunicación españoles y europeos la sistemática violación de los derechos humanos por parte del Gobierno y el Ejército turcos, de forma puntual sobre unos cuantos europeos y de forma extensiva e intensiva sobre el silenciado pueblo kurdo.Desde el día 21 de marzo de este año permanece detenido, posiblemente en la misma cárcel, uno de los europeos que nos acompañó en aquella primera detención y muchos kurdos anónimos cuyo delito es sólo existir y pertenecer a una minoría (de muchos millones) que reivindica el respeto a sus derechos como individuos y como pueblo.
Dino, que así se llama nuestro amigo, está a punto de iniciar, si no lo ha hecho ya, una huelga de hambre para exigir justicia (no la pantomima turca) y para llamar la atención de Europa sobre el problema de fondo: "Turquía viola sistemáticamente los derechos humanos".
No nos legitima una paliza para erigirnos en portavoces de nada, no lo pretendemos en absoluto, sólo queremos hablar en voz alta a través del medio que usted dirige, mostrar nuestro apoyo al pueblo kurdo y a Dino, y con suerte, que el tema suene. A los que se pregunten por qué se le ocurrió volver a Dino a Turquía si ya estaba fichado, les diríamos que él es ese poquito de conciencia solidaria que nos revuelve cada vez que leemos o vemos en los medios de comunicación una injusticia, un atropello a la paz o un a violación de los derechos humanos, en resumen, que Dino son las manos de los concienciados enrollaos sin valor para actuar, para gritar. Contigo, aunque lejos.
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