El chupete reduce el riesgo de muerte súbita infantil

Dar a un bebé el chupete a la hora de acostarlo disminuye hasta 20 veces el riesgo de muerte súbita infantil. Según un estudio del hospital infantil Guillermina de Utrecht, los niños duermen así más tranquilos, se mueven mucho menos en su cuna y apenas se dan la vuelta, lo que reduce la posibilidad de que mueran ahogados entre las sábanas.Los investigadores holandeses estudiaron cómo habían sido acostados más de 70 bebés que fueron encontrados muertos en la cuna y compararon los resultados con los hábitos de un grupo de 150 niños que no habían registrado problemas.

Según Monique L'Hoir, la pedagoga jefe del grupo de investigación, cuyos resultados serán proximamente publicados en The Lancet, cerca de la mitad de los bebés habían aparecido muertos boca abajo con la nariz y la boca bloqueadas. El chupete impide que lleguen a ponerse en esa posición, sostienen los investigadores. Por similares razones de movilidad, utilizar sacos de dormir infantiles, en lugar de las tradicionales sábanas y mantas, disminuye, según L'Hoir, los riesgos hasta en cinco veces.

De los bebés fallecidos, la mayoría eran varones, lo que los autores del estudio atribuyen a que los niños tienen mayor fortaleza física y pueden girar el cuerpo más fácilmente que las niñas. Otros estudios anteriores habían ya demostrado que poner a los niños a dormir boca arriba es un factor que juega un papel importante para disminuir los casos de muerte súbita infantil, el fallecimiento de bebés de muy pocos meses por causas inexplicables mientras duermen.

Los colchones blandos y el exceso de ropa en las cunas han sido otros de los elementos que los especialistas relacionan con la muerte súbita del lactante.

En Holanda, donde en los años ochenta las autoridades sanitarias ya empezaron a recomendar a los padres que acostumbraran a sus bebés a dormir con esta postura, se registran 0,26 casos de muerte súbita infantil por cada 1.000 bebés, muy lejos del 1,05 por 1.000 de Estados Unidos, o el 1,59 de Francia. En España, los especialistas sitúan la cifra en torno a 1 por cada 1.000 nacidos.