Paso y voz

La fragmentación de un espectáculo de danza es siempre un peligro de cara a mantener ritmo y unidad; en este caso, es la preciosa música de Miranda y la aparición oportuna de un trapecio los que se encargan de estrechar el cerco entre escenas aparentemente ajenas, algunas más conseguidas que otras, donde Berriel se atreve con paso firme a entrar en un lirismo que roza pero no toca nunca el desmelene. Excelente contribución la de luces y trajes, que ponen adecuada altura estética hasta llegar a esa imagen final de gran plasticidad.Cítese la escena del café cantante como la de más resultado teatral, pues los artistas participantes son maduros, serios y muy conscientes de la responsabilidad sobre las tablas. Berriel está en plena forma y su baile conserva un aire que entronca muy bien con él verso, siempre sobre una estética bejartiana capaz de integrar todos esos elementos en principio ajenos hasta dar sensación de fluidez, con la reserva quizá de un exceso de, palabra.

Mención aparte y muy especial merece Frangois Testory, verdadero animal de escenario, un artista multidisciplinar de gran finura, capaz de llenar cualquier espacio al que se le rete con una mezcla misteriosa de imán y sabiduría teatral. Su voz tiene fuerza, un timbre tenso que es el mismo de sus músculos. Supieron a poco sus canciones.