Inmediato tratamiento psiquiátrico

Según el psiquiatra Ramón Cacabelos, director del centro de investigación biomédica EuroEspes, de A Copaña, los secuestros largos dejan secuelas psicológicas que duran, en el mejor de los casos, entre un año y año y medio y precisan inmediato tratamiento psiquiátrico, psicoterapéutico y farmacológico.Según explica este especialista, que participa estos días en un curso organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander, el liberado muestra durante ese periodo una lógica inadaptación al medio familiar social y laboral y, frecuentemente, algún trastorno del carácter y de la personalidad como consecuencia del largo aisla miento y la incomunicación. Aunque no siempre manifiesta el síndrome de Estocolmo (sentimiento paradójico de apego a sus verdugos), sí que suele mostrar problemas derivados de la dependencia de sus secuestradores: las personas que, durante interminables días, podían decidir sobre sus condiciones de vida, y también sobre su muerte.
"También son muy comunes las crisis de depresión, ansiedad y angustia", prosigue Cacabelos, "y los trastomos del sueño derivados de la ruptura de los ritmos circadianos, si el zulo estaba sólo iluminado artificialmente". Si la víctima hubiera tenido predisposición a ello, el secuestro puede provocarle graves trastornos de conducta, como manías persecutorias y crisis obsesivas.
Cacabelos señala también secuelas físicas: la mala alimentación y la inmovilidad, aun cuando la víctima pueda realizar algunos ejercicios diarios, conducen a la pérdida de peso, atrofia muscular y reumatismo.
La falta de exposición al sol provoca deficiencias de vitamina D y problemas de piel. La inactividad prolongada altera la capacidad respiratoria. Aparecen dolencias gastrointestinales, algunas de base psicosomática, y también deficiencias visuales.
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