Una buena noticia

Quiero relatar un hecho que resulta absolutamente extraño y que, además, es una buena noticia.Debido a la operación de mi padre, tuve que trasladarme, con El día 11, mi coche, a Zaragoza martes, a las ocho de la mañana, acudimos mi madre y yo al hospital Miguel Servet. Aparqué el coche enfrente del mismo y acudimos junto a mi madre. No volví al coche hasta el día siguiente a las once de la mañana, miércoles, debido a que pasé toda la noche cuidando al recién operado.

Cuando llegué donde había dejado el coche descubrí que no estaba, y en su lugar había instalado un tenderete perteneciente al Rastro de La Romareda que instalan los miércoles y domingos.

Lo primero que pensé fue que la dichosa grúa había dado cuenta del vehículo y que debería hacer efectivo el importe para rescatarlo. Me dirigí bastante cabreado a un policía municipal que se encontraba en las inmediaciones indicándole las circunstancias en que me encontraba, el desconocimiento de la instalación del mercadillo ese día, etcétera, y que consideraba injusto el tener que abonar la grúa.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando me indica que no tengo que abonar nada y a través de su emisor se comunica con la central pidiendo datos de un automóvil de matrícula de Valencia. Inmediatamente le contestan que dicho coche está aparcado en la intersección de la calle tal con la calle cual. Efectivamente, allí estaba perfectamente aparcado.Volví a dirigirme al policía municipal agradeciéndole su amabilidad e indicándole que iba a escribir a los periódicos para difundir el hecho y, por ello, le pedí su nombre; me indicó que hiciese mención de la Policía Municipal en su conjunto, cosa -que así hago, y dejo como ejemplo de trato a un ciudadano. Les remito el caso con el agradecimiento público a la Policía Municipal de Zaragoza y a ese agente anónimo, con el deseo de que dichas actuaciones se hagan extensivas en el resto de España y que aprendan las policías municipales de otras ciudades. Por ejemplo, Palencia. Con P.-