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Los primeros casos de desapariciones planteados ante la justicia argelina fueron rechazados por los jueces, obligando a las familias a iniciar un largo recorrido por los organismos estatales en busca de las huellas de los secuestrados. En muchas ocasiones, las pesquisas de estos familiares finalizaban en las páginas de los anuncios por palabras de los periódicos, donde, por consejo de algún alto funcionario, se publicaba un aviso para localizar al desaparecido.En los últimos meses, sin embargo, los juzgados han empezado a aceptar y tramitar estas reclamaciones, la mayoría de las cuales acaban con un lacónico informe, en el que se asegura desconocer el paradero del buscado y se recalca que no se encuentra en poder de ninguna de las fuerzas de seguridad que actúan en el Estado, según informa el abogado Mohamed Tahr.

Se inicia de esta manera una larga espera, con los ojos puestos siempre en los descampados del cementerio de El Alia, cerca de Argel, donde se alinean desde hace, años un buen número de víctimas secretas de la guerra sucia y cuyas tumbas no han podido ser jamás exhumadas, a pesar de haberlo reclamado en reiteradas ocasiones los familiares de desaparecidos y los organismos internacionales.

"En la mayoría de los casos, los secuestrados por las fuerzas de seguridad son hombres, pero hemos constatado también la presencia de algunas mujeres y el caso aislado de dos o tres muchachos, con edades inferiores a los 16 años. En cualquier caso, el elemento común entre todos los desaparecidos es el estar vinculado a los grupos democráticos o a los ilamistas o tener algún familiar en el imaquis", asegura el letrado Mohamed Tahri.

"Últimamente hemos constatado que también se producen secuestros en grupo. Hay familias enteras desaparecidas, como ha sucedido con siete de los miembros de la familia Tulum, en ignorado paradero desde hace más de un año, tras haber sido detenidos por las fuerzas de seguridad en el transcurso de una operación de limpieza en uno de los suburbios de Argel", recuerda el abogado.