La boda de Cascos fue "un penoso espectáculo", dice el obispo de Córdoba

El obispo de Córdoba, Francisco Javier Martínez, calificó ayer de "penoso espectáculo" la boda del vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, con Gema María Ruiz Cuadrado. En la homilía que pronunció con motivo de la festividad de San Rafael, arcángel custodio de Córdoba, el prelado criticó sobremanera el enlace matrimonial, de Cascos, de 49 años, divorciado y padre de cuatro hijos, con la joven Gema Ruiz, de 22, y se preguntó qué garantías ofrece Cascos de que su vida política va a ser mejor que la privada.

"Cuando no se asumen con seriedad las responsabilidades matrimoniales y familiares, ¿qué garantías hay de que se vayan a asumir con una seriedad mayor las durísimas exigencias del servicio al bien común?", dijo el obispo en su disertación en la iglesia repleta de fieles que se acercaron para oír misa. Al oficio religioso asistió el gobierno municipal del PP, con el alcalde, Rafael Merino, al frente del grupo. Merino, que ejerció de oficiante en la boda del vicepresidente, oyó sorprendido cómo el obispo incidía en que la boda no podía justificarse por ninguna estrategia política."Cuando se tienen graves responsabilidades públicas, hacer ostentación de algo que todo el que vive la vida con seriedad sabe que es un mal moral, y un mal que afecta al corazón mismo de la vida humana, como es la familia, hace a la sociedad un daño difícilmente reparable y no puede justificarse por ninguna estrategia política". Francisco Javier Martínez, que no citó nunca a Álvarez Cascos, agregó que "burlarse de la moral familiar llamada tradicional puede hoy estar de moda", y añadió que tras toda ruptura matrimonial hay un fracaso humano, "una infidelidad a compromisos adquiridos y una injusticia para con personas, mujeres, niños,con nombres y apellidos, y siempre una dosis inmensa de sufrimiento". Y remarcó: "De eso no se puede hacer una fiesta", dijo en referencia a la celebración nupcial del vicepresidente, que congregó el pasado sábado en Córdoba cerca de 400 invitados en el Alcázar de los Reyes Cristianos.