Distintos, pero iguales

Los vallisoletanos Celtas Cortos cumplieron en Madrid su actuación número 114 desde que comenzaron las giras de verano. Todo un logro que ayer explicó su éxito en nuestra ciudad. La banda es una de las mejores formaciones del momento, son grandes músicos y se compenetran sobre el escenario con tan pasmosa facilidad que consiguen transmitir al público una sensación de cercanía muy cálida. Además de cuidar su música con tanto mimo y delicadeza, su discurso es un resumen de intenciones de valor, por valientes y por necesarias. Durante las casi dos horas de recital, los Celtas no dejaron un momento vacío al aire, llenándolo de una música de alma celta pero sin ningún prejuicio a la hora de fusionarlo con ska, reggae, funk, rock, flamenco, punk... sin fronteras.Sobre las tablas, el ejército pacifista e insumiso que tocaba los instrumentos se dejó la piel, se entregó derrochando virtuosismo además de acompañar el concierto con un dúo de malabaristas y mimos que añadieron notas de color a un arco iris musical. En estos días inciertos es su sexto trabajo y supuso el grueso de los temas que pasaron durante la noche, aunque no faltó 20 de abril del 90, canción que en el 92 les abrió las puertas del gran público. Este trabajo, como todos los anteriores, mantiene una delicada y permanente calidad en sus canciones que hace surgir los temas redondos, y que a veces desprende unas gotas de melancolía que son definitorias en su sonido. Pero un recital suyo es una verdadera fiesta, consigue trasladarte de la ciudad a un paisaje abierto y bucólico, y al público le gustó este viaje porque no paró de pedir bises. Jesús H. Cifuentes, sin ningún protagonismo, cantó con garra y en ocasiones dejó de cantar para convertir a su banda en un karaoke, permitiendo que el público pusiera la voz. Los Celtas Cortos lo dejaron, claro: su música habla de insumisión, libertad de, expresión, ecologismo, pacifismo y amor.