La 'neumanía''

Los socios del club de jubilados Cervantes, situado en uno de los barrios de la zona norte de Alcalá de Henares (166.925 habitantes), han bautizado el brote que azota la ciudad como "la neumanía". "Nunca se ha interesado nadie tanto por nosotros", dice uno de ellos.Hay de todo. La mayoría de los ancianos que juegan a las cartas en el jardín del club, junto a una fuente cerrada por prescripción del Ayuntamiento, siguen las medidas preventivas a rajatabla. "Yo he quitado la alcachofa de la ducha. La limpié con vinagre, la miré desconfiado y dije: 'Mejor no la pongo'. No me fío y me lavo como los patos", dice José Alonso, de 63 años.

Otros van más allá y ha decidido no volver a beber agua del grifo, aunque han leído en los bandos distribuidos por todos los portales que no es peligroso. "Yo no creo que sea del agua, llegaría a todo Alcalá. Pero, por si acaso, compro de botella", comenta Luis Fernández, de 66 años. Junto a Fernández está Antonio Cabrera y su mujer, María Luisa, quien estuvo nueve días ingresada por neumonía en julio.

Cabrera, como muchos otros alcalaínos, ha llamado al teléfono de información de la Consejería de Sanidad (880 66 53), para contarles sus sospechas: "Hay una casa en ruinas llena de palomas muertas, que la miren". "Lo que tienen que hacer es revisar industrias y cuarteles", tercia Julio Ruiz, de 60 años.

Los alcalaínos están preocupados y como no se habla de otra cosa, muchos ocupan sus ratos libres en tareas detectivescas. Quieren ayudar a encontrar el foco, y cuando se les ocurre algo acuden al teléfono de información o a los medios de comunicación. Sus sospechas apuntan a fábricas, desagües de laboratorios farmacéuticos, casas en ruinas o aguas estancadas como la de la fuente del parque.

La prevención ha llegado también a la Brigada Paracaidista de Alcalá, que analizará el agua potable de sus dos acuartelamientos, Primo de Rivera y Príncipe de Lepanto, según informó a Servimedia el capitán Ramos, responsable de sanidad de la brigada.