Colofón y continuidad
Cada función de ballet clásico es siempre una llamada a la salvación de lo académico. El Ballet de Cuba, en su accidentada e irregular trayectoria, deja también en el aire ese reclamo que tiene dentro tanto de artístico como de ético.Concentremos la visión del mensaje en el momento de mayor belleza que han podido ofrecer estos artistas: el paso a dos de Cascanueces que regaló con elegante generosidad Lorna Feijoo. El Ballet de Cuba ha dado a la historia actual de la danza tres grandes hadas: Alonso, Mirta Plá y ahora Feijoo. También en la misma función Marta García demostró control sobre la música y elegante sentido coréutico del grupo en su Homenaje, arropada por unos sobrios y eficientes diseños de Ricardo Reimena.
Ballet Nacional de Cuba
Homenaje: coreografía, Marta García; La llama de París: V. Vainonen; Cascanueces: Ivanov-Petipá-Alonso; El reto: Hilda Riveros; Coppélia: A. Saint-Leon / Petipá / L. Fokin / Alonso. Teatro Albéniz, Madrid, 14 de septiembre.
La destrucción del repertorio ajeno no es una buena práctica, y Alonso ha dañado La llama de París hasta hacerlo prácticamente irreconocible, algo que no tiene explicación en quien, sin embargo, ha conservado con tanta firmeza y rigor cosas como Cascanueces y Coppélia; a pesar de haber revuelto la osamenta de Vainonen en su tumba, Aliaydée Carreño sacó fuerzas, de las que está sobrada, y se sobrepuso, tal como la Feijoo, a unas músicas que no le corresponden a su tiempo natural de bailar.
Siempre la danza es un ritual de belleza que llama a la reverencia del pasado y a la apertura al futuro; los bailarines cubanos se reponen contracorriente y alientan la pervivencia de un arte singular.
Las actuaciones del Ballet de Cuba se completan del miércoles 18 al domingo 22 de septiembre con El lago de los cisnes, donde volverá a brillar, naturalmente, esa Loma Feijoo que deja una cálida estela de virtuosismo que ojalá nos dure todo el invierno.
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