La mujer enferma de sida y su hijo se bañaron, por fin, en la piscina

Ana María Martínez Rey, de 38 años, y su hijo de cinco, ambos infectados de sida, estrenaron ayer la piscina municipal cuyos empleados le habían negado la entrada por una rigurosa interpretación de una ordenanza municipal sobre enfermos contagiosos. El pasado viernes ya recibieron el carné de gratuidad que habían pedido por su minusvalía. "Gracias a él no hemos tenido ningún problema para entrar y esperamos que esto no ocurra en lo sucesivo", precisó Ana María con, el carné que le han proporcionado para ella, su hijo y su hija.Además se mostró satisfecha por la modificación de la Ordenanza del Ayuntamiento de Madrid de 1987. El alcalde, José María Álvarez del Manzano había firmado el pasado jueves, en cuanto se hizo pública la prohibición del Instituto Municipal de Deportes, un decreto de urgencia para permitir la entrada en los recintos deportivos a los infectados por el virus. Pese a ello, esa misma tarde, un empleado de la piscina se había negado a admitir a Ana María y a su hijo por no haber recibido la orden "por escrito".

La madre agradeció a los medios de comunicación el apoyo prestado en la lucha por sus derechos: "Sí no es por la prensa, todavía estaría en la puerta de la piscina esperando a que alguien me hiciera caso", comentó.

La trasmisión del sida no es posible por vía acuática. Para contagiarse es preciso el contacto directo, a través de una práctica de riesgo, con sangre, flujo vaginal o semen.