Viento de cara
Aunque no hemos ido muy rápido, la verdad es que hemos acabado agotados. El viento de cara, excepto un rato que sopló de costado, y el frío nos han ido machacando poco a poco y al final lo hemos acusado. Ha sido, pues, un día completo, porque de salida también hemos tenido lluvia. Por todo ello, la media tan baja, poco más de 38 por hora. Seis horas y media encima de la bicicleta que cansan lo suyo.Hemos acabado bien, pero hemos tenido ya nuestro pequeño susto. En un estrechamiento de la carretera se cayeron delante de Miguel y yo Fede Etxabe y dos más. Frenada monumental y Miguel y yo con la bici cruzada y con el miedo de que nos embistiera alguien por detrás. Menos mal que ninguno se nos ha subido a la chepa. Peores recuerdos del día tendrá un belga del Lotto -no me acuerdo del nombre- que iba sin chubasquero, muerto de frío, con una buena mojada encima. Sin embargo, nada más cruzar la frontera belga, por eso de que le vieran en su tierra ha iniciado una, fuga sin futuro. Se ha dado una buena.
Desde fuera, la cabeza del pelotón parece que funciona con la ley de la selva, pero en realidad todo tiene su orden. Ahí ya nos conocemos todos. Sabemos que los ciclistas del Este son los más lanzados y atrevidos a la hora de meterse por un hueco. Por allí andan todo el tiempo Ugrumov y Berzin, pero ya los conocemos y sabemos cómo comportarnos. Los italianos respetan más, aunque llegado el momento, como Cipollini en los sprints, saquen el cuchillo y cierren a quien haga falta.
!Qué diferente se ven las cosas de ir delante a ir en medio del pelotón! Yendo detrás, dices "pero qué suave varnos", pero te adelantas y te pones al frente, con todo el viento de cara, y entiendes la razón. No aguantas ni medio minuto. Yo he hecho mi trabajo delante, con Miguel, hasta casi el final. Después es el turno de Marino y Pruden, los dos más grandes: tienen la misma talla de bicicleta y deben ir a su lado al final para prestarle la bici si sufre algún percance.
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