Sin noticias

En la adolescencia yo tenía una doble aspiración: creer en Dios y montar a caballo. No conseguí ninguna de las dos cosas. Ahora, en la cima de la madurez, me he propuesto otro objetivo: estar delgado y no ver ningún telediario más. El cambio de Gobierno me ha facilitado mucho esta última ambición. En la etapa final del poder socialista las noticias que daba la televisión me llena ban de angustia. Preso de un masoquismo profundo, yo iba de un telediario a otro, de una tertulia a otra, entre el sobresalto y la agonía, buscando una solución anímica al jodido Estado de de recho. Me hicieron creer que las instituciones estaban a punto de derrumbarse y yo no hacía sino comer pistachos, panchitos y cacahuetes para controlar el nerviosismo. El Gobierno ha cambiado, ahora en el Parlamento aquellos jóvenes lobos y sus presas se relamen juntos y yo sólo he conseguido almacenar y varios kilos en la tripa y un poco más de corcho en él cerebro gracias a muchos idiotas que he tenido que leer y escuchar. Se acabó. Algunos decían: cuando llegue la derecha nos vamos a reír mucho. Creían que íbamos a pasar del horror a la risa. Aunque soy de esos que no admiten ninguna verdad que no venga acompañada de una carcajada, los nuevos telediarios no me han provocado ni media sonrisa. Debido a eso los he abandonado definitiva mente. Desde que no veo el telediario he experimentado una le vedad interior que me hace caminar por la calle flotando, movido por una energía interior que sólo a mí es debida. Ya no me muevo por ninguna noticia. Por los vecinos me entero de los terremotos del número de la lotería y de algún crimen cercano. Trabajo leo, veo a los amigos, voy al cine escucho música, hago cien flexiones diarias esperando que llegue la próxima huelga general. Sólo me queda perder el peso que he ganado tragando frutos secos a la espera de que se hundiera el país. Al llegar a cierta edad uno sólo tiene razón si está flaco como un profeta. A las barricadas pienso ir con el peso exacto si sigo la tabla de calorías.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
El Louvre, en su punto más bajo: ¿qué le pasa al museo más famoso del mundo?
Kate Winslet nos habla de su debut como directora (y de lo difícil que sigue siendo ser mujer en el cine)
La Administración de Trump publica (a medias) los papeles de Epstein: ¿cuáles son las principales novedades?
Todo lo que tienes que saber para seguir la jornada electoral de Extremadura
Lo más visto
- Uno de los promotores de la señal V-16 de tráfico: “Es duro oír el testimonio de víctimas que han sufrido amputaciones al poner los triángulos”
- Más de 40 congresistas demócratas piden por carta a Trump que cese en sus “intentos de socavar la democracia en Brasil”
- Cae una organización que enviaba camiones cargados de cocaína desde Marbella hasta varios países europeos
- La policía registra varios domicilios y las oficinas de la ministra francesa Rachida Dati por otro presunto caso de corrupción
- Manuel Castells, sociólogo: “El mundo está en un proceso de autodestrucción”




























































