"La última lata de fiambre"

"Anoche abrí la última lata de fiambre que tenía. Lo hice por mi hijo, que acaba de regresar de la mili y no se conformaba con las patatas cocidas aderezadas con perejil y rábanos picados" dice una empleada de la fábrica de explosivos de Múrom que prefiere no dar su nombre. En un pedazo de papel, la empleada ha garrapateado las sumas que le adeudan. Son cantidades que, al cambio, no rebasan nunca las 6.300 pesetas mensuales. Acaba de tachar los 100.740 rublos (unas 2.500 pesetas) que recibió el 22 de mayo, cuando se repartieron los fondos que los trabajadores confundieron con el sueldo de los directivos de la empresa. Tras 30 años de trabajo, la empleada subsiste gracias al huerto de su casa de campo y al comercio con Moscú. De allí, su hijo trae casetes con los últimos éxitos del pop ruso, cerveza y cigarrillos que luego revenden. La empleada asegura que votará por Borís Yeltsin porque te ha dado "libertad para comerciar".