La diversidad de Manuel Angeles Ortiz se enseña en el Museo Reina Sofia

"Manuel Ángeles Ortiz apostó desde un principio por la diversidad, una diversidad guiada por la intuición". Eugenio Carmona, comisario, con Lina Davidov, de la exposición sobre Manuel Angeles Ortiz (1895-1984), pintor de la generación del 27, destacó ayer la intención de presentar a un artista "esencial, básico, cercano e inmediato", a través de 116 obras, realizadas entre 1920 y 1984, que se muestran hasta el 3 de junio en el Museo Nacional Reina Sofía, de Madrid. En septiembre se colgarán en el Museo de Bellas Artes de Granada.El montaje se realiza tras una investigación de tres años, que aporta como novedades obras desconocidas anteriores a la guerra civil o poco expuestas, sobre todo de su época cubista, procedentes de coleccionistas particulares. También figuran, en una sala, 11 esculturas de madera a partir de objetos encontrados en Patagonia, durante su exilio en Argentina, y 28 papeles con técnicas mixtas de una abstracción lírica a lo largo de 20 años. Eugenio Carmona declaró ayer que sobre Manuel Ángeles Ortiz pesa el ser amigo de grandes figuras, como Falla, Lorca y Picasso, y no ser considerado también una gran figura del arte contemporáneo, así como los tópicos sobre su pintura, que no encuentra un apartado fijo, "por su apuesta por la diversidad". En este aspecto, cumplió el consejo de Picasso, quien le dijo: "No dejes nunca de ser aquello que te pase por la cabeza", según un texto del pintor que fue leído ayer por Lina Davidov, nieta del artista.

En dos ambientes y tres salas se han reunido, y a veces contrastado, el clasicismo moderno y las primeras venguardias, con el redescubrimiento del cubismo y el enlace entre París y Madrid. Además de su acercamiento a la abstracción lírica, aparecen las derivaciones estéticas del cubismo, con las series, como variaciones musicales, de la mujer sentada, los paseos de los cipreses, los Albaicines y los homenajes a El Greco.